Bogando en un mar de incertidumbre

Abstract

Me llamo Ayrton David Cantillo Matos, estoy fuertemente enraizado en el ser taganguero, mis padres igualmente son descendientes de personas de esta comunidad, no cabe duda que Taganga corre dentro de mí como dentro de otras personas de la comarca. Una mañana de esas que particularizan a la ciudad dos veces santa, donde el sol es templado y sus calles parecen horno, escuché estas palabras al señor Ariel Daniels, quien precisamente hablaba sobre las inconformidades de un pueblo pesquero contra instituciones del departamento y el distrito. Como una herradura, el corregimiento de Taganga está encerrado por unos majestuosos cerros que vienen bajando de la montaña más elevada cerca al nivel del mar. Mi comunidad se encuentra al norte de la ciudad de Santa Marta y se caracteriza por su diversa gama de actividades económicas, pero precisamente lo que caracteriza al valle de las serpientes, como la denominan los indígenas de la Sierra Nevada de Santa Marta, es su práctica pesquera con chinchorro y otras técnicas más. Los pescadores de mi pueblo conocen el mar más que su casa, conocen cada rincón de él, por eso es que se adentran a diario a hacer sus faenas por las playas que en la actualidad pertenecen a la institución de Parques, playas que por más de quinientos años han sido controladas por nosotros los tagangueros. A partir de esto hay trabajos que denominan lo antes dicho de otra manera. Por ejemplo, Pacheco (2007), dice que “El área de influencia del corregimiento es la Costa Norte del Mar Caribe, comprende las bahías de Taganga, Concha y el Parque Nacional Tayrona” (citado en Silva, 2007, p. 231).
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