Obituario

En memoria de Eduardo Forero Lloreda 1962-2023

Wilhelm Londoño Díaz
Universidad del Magdalena, Colombia

En memoria de Eduardo Forero Lloreda 1962-2023

Revista Jangwa Pana, vol. 22, núm. 2, pp. 1-3, 2023

Universidad del Magdalena

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Eduardo Forero Lloreda falleció en Ciénaga, Magdalena, el primer día del mes de julio del 2023. Eduardo partió haciendo una de las cosas que más amaba que era rodar en bicicleta. Forero, como le decíamos en su ausencia, o Edu, para cuando estaba presente, nació en Bogotá el 27 de junio de 1962. Según contó Forero, hizo sus estudios secundarios en el mismo colegio que el cantante samario Carlos Vives (Vives, 2012) que, según el propio Vives, fue el colegio hispanoamericano Conde Anzures.

A inicios de la década de 1990 Eduardo trabajó en el Valle del Cauca en el Instituto Vallecaucano de Investigaciones Científicas -INCIVA-, como lo prueban las investigaciones arqueológicas hechas para esa institución y fechadas en 1990 (Forero, 1990). Fueron las épocas de Malagana y las excavaciones de varios sitios dentro de la jurisdicción de Palmira, Valle del Cauca. No en balde ante la muerte de Eduardo, la alcaldía de Palmira hizo doblar las campanas que resonaron hasta Palmaseca que, además de tener cañaduzales repletos de sitios arqueológicos, tiene el aeropuerto Alfonso Bonilla Aragón.

Después de su periplo valluno, Eduardo ingresó al otrora ICAN (hoy ICANH) y para inicios de 1994 estaba iniciando la excavación del último montículo agustiniano intervenido por esta institución (Forero, 1997a). En esas mismas fechas, inició su vinculación a la Universidad de Pittsburg y para el final de la década Forero se recibía de magister (MA) en antropología de esa universidad a través de un análisis de secciones delgadas de cerámica agustiniana (Forero, 1997b). Fue la época dorada de Eduardo como arqueólogo. A diferencia de otros arqueólogos colombianos, Forero no encontró en la arqueología de Pittsburg claves para la comprensión y gestión del patrimonio arqueológico por lo que a inicios de la década del 2000 se alistaba para ingresar a la Escuela Nacional de Antropología e Historia en México (ENAH). Antes de finalizar la década del 2000 Forero se recibía como doctor en antropología de la ENAH con una tesis donde argumentaba la expansión de los límites epistemológicos de la arqueología. Para él, la arqueología no solo tenía que ver con excavar montículos o hacer secciones delgadas, sino que, siguiendo una herencia muy mexicana y hasta decolonial, la arqueología debía recorrer los caminos en los cuales las comunidades locales encontraban pertinente el patrimonio arqueológico. Este enfoque Eduardo lo llamó arqueología transdisciplinar (Forero, Rodríguez y Rodríguez, 2006; Forero, 2013).

En el año 2010 Forero dejó la sabana bogotana y se mudó con su esposa María Bordamalo y su hijo Esteban Forero a Santa Marta. Esto lo hizo tras ganar una planta docente en la Universidad del Magdalena (UM) donde estuvo vinculado hasta el día de su partida. Eduardo entró a la UM como docente de antropología política, tarea que le permitió ser consecuente con su enfoque de transdisciplina. Allí tomó las riendas de los procesos de formación de antropólogas y antropólogos sensibles a la relación del patrimonio arqueológico con cuestiones comunitarias conectadas con el turismo y la gestión patrimonial. Desde ese mismo año, comenzó labores para apoyar el proyecto de reconocimiento étnico de los y las Taganga, el cual estaba liderado por su amigo entrañable el Cabildo Mayor de Taganga Doctor Ariel Daniels. Eduardo acompañó al Doctor Daniels en diferentes frentes de batalla, no solo jurídicos, sino en acciones en terreno como cuando Eduardo intervino en un proceso injusto en el cual los funcionarios de Parques Nacionales adscritos al Parque Nacional Natural Tairona intentaron desalojar a los y las Taganga del territorio ancestral de Bonito Gordo. Por el respaldo de Eduardo, y las acciones jurídicas adelantadas desde el Cabildo de Taganga se impidió ese desalojo. Tal vez lo que marcó un después en esta lucha, fue cuando en el 2018 el estado colombiano reconoció a los y las Taganga como un grupo étnico.

En el caso de Taganga, Forero demostró que su visión de transdisciplina no era solo retórica, sino que era posible usar la arqueología y la gestión patrimonial para obtener resultados políticos. Durante la pandemia del 2020 Eduardo comenzó a mudar metodologías de Taganga a la práctica formativa de la antropología, fue así como introdujo el “círculo de la palabra” que es una ceremonia taganguera que se usa para iniciar las conversaciones que se dan internamente o con otras instituciones como Parques Nacionales Naturales. Asimismo, introdujo en nuestro léxico la frase “somos cardumen” para señalar que “nadie es una isla” como escribía John Donne en ese poema que Hemingway después inmortalizó en “Por quién doblan las campanas”.

Si bien Eduardo no era muy adepto de la premisa “publicar o perecer”, dejó en la UM sembradas, más que frases, mantras como “somos cardumen” o el “sol brilla para todos”. Cuando se supo de su muerte, fue grato leer en Facebook cómo sus estudiantes citaban estos mantras como un eco de esa necesaria prédica en un departamento de antropología que, como cualquier otro, es escenario de desencuentros.

Hoy en día, los círculos de palabra se hacen en la UM, y la frase “somos cardumen” hace parte de nuestra filosofía y modos de ver el mundo. La pronta partida de Eduardo nos deja con un vacío como si algo le faltara a Taganga. Ya no te veremos recorrer las calles polvorientas del pueblo con tu inmensa sonrisa, ya no escucharemos más tus carcajadas adictivas, ya no tendremos otra oportunidad de oírte hablar de transdisciplina, ya no tendremos tiempo de mamar gallo a las afueras de las tiendas del pueblo con una fría en la mano, ya no tendremos más chance de subir juntos a Minca en bicicleta, pero a pesar de esto, quedan todas tus enseñanzas, tu ejemplo, y tus llamados a estar en cardumen, porque a la final, “nadie es una isla, completo en sí mismo; cada hombre es un pedazo de continente, una parte de la tierra”, del mar, somos cardumen.

Referencias

Forero Lloreda, E. (1990). Arqueología de rescate en la parcelación El Llanito - Región Calima. En: Cespedesia Vol. XVI-XVIL No. 59: 147-179. Cali.

Forero Lloreda, E. (1997a). Excavación y reconstrucción del montículo artificial del sitio El Tabor - Alto de Chinas, Municipio de San Agustín - Huila. En: Boletín De Arqueología De La Fian, 12(1), 3–55.

Forero Lloreda, E. (1997b). Análisis petrográficos de secciones delgadas provenientes del área arqueológica de San Agustín (Colombia). En: Boletín de arqueología de la FIAN, 12(1):57-79.

Forero, Lloreda, E. F., Rodríguez, C. A., & Rodríguez, J. V. (2006). Arqueología transdisciplinaria: un modelo de análisis en la gestión, la conservación y la difusión del patrimonio cultural y natural prehispánico en Colombia. Boletín de Antropología Universidad de Antioquia, 20(37), 288-306.

Forero Lloreda, E. (2013). Turismo cultural: patrimonio, identidad, territorios y sustentabilidad una mirada desde las ciencias de la complejidad. Revista Escuela de Administración de Negocios, (60): 165-182.

Vives, C. (2012). Reivindicación del Chaca. En: Soho, testimonios. Fuente: https://www.soho.co/carlos-vives-estudio-en-el-chaca-colegio-hispanoamericano-conde-anzures/25790/

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