Ivonne Álvarez Ruiz
Universidad Nacional Autónoma de México, México
Correo electrónico: ivon_alvarez@comunidad.unam.mx
ORCID
Para citar este artículo/To reference this article: Álvarez-Ruiz, I. (2023). Ciudades intermedias: espacios de contención especializados a gran escala para el capital humano y el trabajo reproductivo. Jangwa Pana, 22(1), 44-58. doi: https://doi.org/10.21676/16574923.4737
RESUMEN
La ciudad intermedia es considerada puente de conexión entre las ciudades globales y los espacios rurales. Sin embargo, concebir la urbanización como respuesta absoluta capaz de resolver las problemáticas más frecuentes en las ciudades limita el análisis, nos lleva a pensar en un sistema urbano conformado exclusivamente por los espacios no rurales y deja de lado cualquier otra forma de percepción crítica.
Por lo anterior, en el presente artículo se plantea pensar a las ciudades intermedias como un espacio territorializado para contener la actividad reproductiva del capital humano y fungir como espacios privados a gran escala. A partir de esta concepción podemos plantear que: a) que la función de esta espacialidad urbana nos permite entender que la reconfiguración del sistema urbano global está sucediendo, y muestra de ello es la creación de especialidades y desdibujamiento de otros actores como el Estado-Nación; b) dicha reestructuración se fundamenta en principios de especialización, espacialización y centralización de los diversos capitales, así como de los flujos migratorios, la flexibilización laboral, entre otros; y c) la importancia de la fuerza de trabajo y su reorganización, ya que esta se desplaza de una forma no vista hasta el momento: vemos movilidad en sectores geográficos más pequeños y precisos, de ciudad a ciudad.
La importancia de reflexionar sobre las ciudades intermedias recae en su rol geopolítico, pues existe una relación estrecha entre la desposesión por acumulación (que sostiene al modelo económico actual) y la reorganización de los flujos migratorios y de hábitat, problematizando que el dilema sobre “desarrollo urbano” ha surgido de procesos históricos de colonización, de economías de enclave y la destrucción y dominación del espacio para absorberlo, refuncionalizar y generar así una red de flujos de capital económico, político, cultural, humano y territorial.
Palabras clave: ciudades intermedias; capital humano; trabajo productivo; espacio privado.
ABSTRACT
The intermediate city is considered a connection between global cities and rural spaces. However, considering urbanization as an absolute answer, capable of solving the most frequent problems in cities limits the analysis, leads us to think of an urban system made up exclusively of non-rural spaces, forgetting any other form of critical perception. Therefore, this article proposes to think of intermediate cities as a territorialized space to contain the reproductive activity of human capital and to act as large-scale private spaces. From this conception we can state that: a) the function of this urban spatiality allows us to understand that the reconfiguration of the global urban system is taking place, and proof of this is the creation of specialties and blurring of other actors such as the nation-state; b) this restructuring is based on principles of specialization, spatialization and centralization of the various capitals, as well as migratory flows, labor flexibilization, among others; and c) the importance of the workforce and its reorganization, as it moves in a way not seen until now: we see mobility in smaller and more precise geographical sectors, from city to city. The importance of reflecting on intermediate cities lies in their geopolitical role, since there is a close relationship between dispossession by accumulation (which sustains the current economic model) and the reorganization of migratory and habitat flows, problematizing the dilemma of "urban development" has arisen from historical processes of colonization, enclave economies, and the destruction and domination of space to absorb it, refunctionalize it and thus generate a network of economic, political, cultural, human, and territorial capital flows.
Keywords: Intermediate cities; human capital; reproductive work; private space.
En el presente ensayo se reflexionará sobre las transformaciones que en los últimos años se han gestado dentro del espacio urbano a nivel global para responder a las contradicciones que presenta el actual modelo económico y de producción, poniendo en el centro a la escala urbana como un nuevo factor crucial del desarrollo durante este nuevo periodo y por ende a todos los espacios urbanos que puedan funcionar como un nodo de conexión y contención para los diversos flujos de capital y al mismo tiempo desarticular otros tipos de espacialidades para mantenerse intermitentemente dentro o fuera de dicha escala.
La relevancia de sostener un análisis escalar radica en que permite entender por qué es importante hablar del crecimiento de las ciudades y la creación de nuevas espacialidades, como lo es el caso de la ciudad intermedia, pensando a la escala urbana como una red que se conforma por aquellos lugares ya establecidos, al mismo tiempo que se crean nuevos.
De igual forma, se reconfigura el viejo orden instituido de las escalas (como lo nacional, lo regional o lo internacional), dando lugar a espacios territorializados en una nueva dimensión que atraviesan las tres anteriores; dichos espacios están situados y construidos específicamente para mover diversos flujos dentro de la red global, y cada uno de estos nodos tiene una relación multiescalar e interconectada con los demás. Así se ha venido generando un nuevo paradigma que busca crear anclajes semifijos para contener a las actividades económicas e imper-movilizar a las mercancías y la fuerza de trabajo.
Dado lo anterior, para fines de esta investigación nos centraremos en la relación que existe entre el capital humano y su actividad reproductiva en las ciudades intermedias, lo que permite crear un nuevo actor político, económico y social dentro de la escala urbana. Para exponer de manera clara y estructurada las reflexiones respectivas, el escrito está distribuido en los apartados que se detallan abajo.
Como primer eje es importante retomar la concepción actual de las ciudades intermedias, desde las características físicas que la delimitan hasta la concepción utilitaria que la dota de un objetivo funcional; una vez entendida la noción predominante es necesario profundizar en cómo este espacio se articula y funciona dentro de la escala urbana global, tema que se abordará en el segundo eje de reflexión, ya que con respecto a otras espacialidades se plantea que el papel estratégico de las ciudades intermedias es la contención del capital humano y su actividad reproductiva. Profundizando en la división espacial del trabajo, en el eje siguiente se ahondará en cuáles son las actividades realizadas por el capital humano destinado a ser contenido en estos nuevos espacios y cuáles se organizan para ser trasladados a otras ciudades. En el último eje, por su parte, se plantea pensar estas ciudades como espacios privados a gran escala, replanteando aquello que se entiende como público y privado, así como de los actores que pueden ocupar dichos espacios y cómo se establecen las actividades que pueden ser realizadas en cada uno de ellos.
Una vez expuestos los principales conceptos empleado en el análisis de la construcción de las ciudades intermedias es posible exponer que el presente trabajo se divide en tres objetivos: el primero es recopilar los avances y esfuerzos en torno a la conceptualización de las ciudades intermedias, que se usarán como punto de partida del análisis crítico con miras a una conceptualización más completa de las dinámicas y funciones de estas ciudades.
El segundo objetivo consiste en analizar la posición y función de estas ciudades dentro del gran engranaje de la escala urbana como espacios de producción diferente a lo que se acostumbra a ver, lo cual genera nuevos fenómenos de organización económica, política, cultural y social, como la hipermovilidad y la supercontención de los diversos capitales a escalas nunca antes vistas.
El tercer objetivo es explicar las dos propuestas teóricas en torno a la función contenedora de las ciudades intermedias: la primera, establecer que su función es contener el trabajo reproductivo y su respectivo tipo de sujeto que lo sostiene; la segunda sostiene que conviene entender la ciudad intermedia como un espacio privado a gran escala.
Este estudio se realizó tomando como base el enfoque de la geopolítica crítica, ya que nos permite contemplar nuevos actores, dentro del análisis (y no solo al Estado como actor único), como el espacio urbano articulado en dinámicas que salen de los márgenes establecidos por el realismo político, así como considerar la existencia de una potencia transformadora a diferentes latitudes y en otros cuerpos políticos constituidos, como las identidades sociales de grupos marginados entendidas como elementos centrales en disputa a partir de la creación de nuevos territorios, y de retomar la concepción de cuerpo-territorio que nos permite tener en cuenta la experiencia vivida y el despojo identitario como un elemento clave para la reorganización física de los espacios y los cuerpos que tiene como finalidad desengranar y reconstruir el modo de producción actual para volverse más eficiente.
La selección y organización del material bibliográfico sobre el que se basan las reflexiones aquí planteadas se articuló tomando como principal elemento conceptual lo establecido por Harvey (2005) mediante la idea de “acumulación por desposesión”, la cual implica la mercantilización de recursos a partir de la apertura y liberalización económica de espacios que anteriormente no lo estaban, tomando como herramientas los mecanismos de acumulación originaria del capitalismo, que conlleva lo que Niel Smith (2020) denominó “desarrollo desigual”: la distribución espacial producida históricamente para la refuncionalización del espacio.
Ambos conceptos son fundamentales para esta reflexión, no solo porque parten de entender que la raíz transformadora sigue teniendo sus orígenes en el sistema capitalista, sino también porque aterrizan dichas transformaciones dentro del espacio urbano y lo conciben como el lugar en donde todos los demás mecanismos de dominación como la guerra, la deuda, el aparato estatal, las trasnacionales, entre otros muchos confluyen y se articulan en entramados detallados y definidos, adecuados a cada altitud en la que se presentan. Por lo anterior, es importante abrir la reflexión con ambos autores para poder darle paso a lo que Sassen (2001) conceptualiza como “nuevas geografías urbanas”, en esta apuesta teórica que retoma un fundamento clave de la geopolítica clásica “lo nacional” y plantea que su resquebrajamiento parcial o debilitamiento como unidad se debe a la privatización, la desregulación y el fortalecimiento de la globalización. Esto permite las condiciones para el predominio de otras unidades o escalas espaciales, lo cual posiciona en el centro de este nuevo orden aquello que Smith (2012) llama “frontera urbana”, entendida como “una división física e imaginaria sobre el adentro y el afuera, lo que permite exteriorizar el conflicto social al mismo tiempo que reafirma una serie de específicas normas sociales” (p. 53).
A la luz de las mencionadas autoridades de la geopolítica crítica fue posible construir una base sobre la cual plantear las reflexiones que se presentan a continuación, las cuales se suman a otros aportes teóricos que afianzan las relaciones multidisciplinares que aquí se encuentran, desde la Filosofía, pasando por la Geografía o las Relaciones Internacionales, con la intención de plantear un panorama general que sirva como preámbulo a un posterior desarrollo, más profundo, sobre la importancia y el papel geopolítico de la ciudad intermedia.
Por ser un primer acercamiento al estudio de estas ciudades y del espacio urbano, desde la mirada de América Latina, este estudio vislumbra los procesos no como hechos aislados o piezas asimétricas del modo productivo actual; no se trata de una forma de sortear la crisis o tal vez de reacomodo material, sino que nos permite alcanzar una visión panorámica de un momento histórico de reestructuración completa de las dinámicas de acumulación, ya que está cambiando la forma de producir, presentando una nueva escala que diluye las fronteras antes planteadas por otros sistemas políticos. Este nuevo actor parece ser más eficiente por su capacidad de interconexión entre nodos y por permitir la personalización detallada de los mecanismos de violencia y sometimiento por clase, raza, sexo, género y capacidades diversas. Así mismo, este planteamiento panorámico tiene como limitante el no poder traer a la reflexión aquellos entramados discursivos y prácticos que hacen posible la personalización tan detallada de un mismo sistema en diversas áreas.
En estas reflexiones se entiende que la fuerza de trabajo da vida al aparato productivo actual, y por esta razón se han creado nuevas espacialidades con características completamente urbanas para poder controlar y distribuir lo que la fuerza laboral puede producir, en cada espacio al cual le es posible acceder para reorganizarlos. Aunque existan ciudades intermedias en cada continente y estas encuentren caracterizadas por las mismas dinámicas de violencia, como el despojo identitario y el vaciamiento del espacio, no todas operan al mismo ritmo ni con los mismos aditamentos. Es por ello que se considera pertinente llevar esta discusión a espacios propios, con nombre y coordenadas; hay que plantear la manera cotidiana en la que este proceso sucede para entender que ese sentimiento constante de desprotección y vacío tiene una respuesta concreta con un propósito específico. La reflexión debe llevarnos a proponer nuevas prácticas de conexión internacional y de entendimiento de las relaciones entre actores sociales, otras formas no hegemónicas de comprender el plano internacional y el plano de lo particular en un mismo proceso conceptual pero también práctico.
Lo que se entiende por ciudades intermedias
En la mayoría de las investigaciones dedicadas a las ciudades intermedias, estas se definen conceptualmente por dos aspectos: las características físicas del espacio y los beneficios que este podría generar.
En lo que concierne a las características físicas encontramos que son pocas, básicamente dos: la densidad demográfica que debe estar entre 50 mil y 1 millón de habitantes (Jordan y Simioni, 1998) y la densidad territorial, pues las ciudades intermedias tienden a “concentrar su población en una superficie terrestre en un círculo con radio medio de 4 kilómetros” (Llop et al., 2019, p. 27). Sin embargo, estudios de la UNESCO (1999) y Naciones Unidas (2016) han demostrado que hay una enorme variedad de ciudades intermedias y que ocupan un rol estratégico dentro del sistema urbano, por lo cual, si bien estos dos parámetros nos permiten generar un primer acercamiento al concepto, no dan cuenta de lo que actualmente son los principios rectores de las ciudades intermedias.
Por lo anterior, ha sido mucho más viable delimitar el estudio y conceptualización de las ciudades intermedias a partir de su relación con otros espacios urbanos, o mediante el análisis de su capacidad de gobernabilidad, proyección económica y estabilidad sociocultural. Tal es el caso de las tipologías propuestas por Salazar et al. (2018), así como las de Llop et al. (2019), quienes establecen las siguientes características como fundamentales de las ciudades intermedias:
a) Un rol principal en los procesos de desarrollo urbano frente a otras ciudades: la densidad poblacional y el delimitado territorio permiten que la planeación urbana sea factible, llevando a cabo proyectos urbanísticos y arquitectónicos que impactan en el desarrollo de la ciudad, incrementan su valor y la calidad de vida. Por lo anterior, son ciudades a la vanguardia, con los beneficios de las ciudades globales pero sin sus problemas.
b) Capacidad de intermediación económica: por sus dimensiones físicas, la ciudad intermedia es capaz de especializarse y hacer confluir dos sectores económicos a la vez: por un lado, el sector primario, que le permite resolver las problemáticas sobre la economía doméstica y local ( contrario a lo que sucede con las ciudades globales, que se especializan en la economía de aglomeración); por otro lado, el sector terciario, ya que proveen servicios y bienes especializados, como “comercio minorista, servicios sociales y administrativos, educación en diferentes niveles, prestación de servicios agrícolas, de turismo y recreación” (Prieto et al., 2011, p. 3). Así la población económicamente activa que se desarrolle dentro de la ciudad tendrá un medio específico de desenvolvimiento, por lo cual la ciudad intermedia ocupa un espacio importante en la cadena económica.
c) Intermediación Interesacalar: las ciudades intermedias, por sus propias características, son espacios capaces de conectarse a diferentes niveles (sea local, regional o global). En el nivel local, generan una relación de intermediación entre el campo y las ciudades globales, como un puente que permite articular la línea entre un espacio y otro: “En regiones con una alta tasa de población rural, la ciudad intermedia adquiere la función de centro de aprovisionamiento” (Llop et al., 2019, p. 27). En el nivel regional se articulan con otras especialidades activas para “aprovechar las ventajas comparativas que pueden tener entre sí, en materia de producción, oferta de servicios, infraestructura, generación de conocimiento e información” (Prieto et al., 2011, p. 3). En el nivel global se busca que estas ciudades no solo operen como proveedoras de recursos para las ciudades globales, sino que destaquen por sus funciones logísticas, especialización económica, gobernabilidad y mediación política entre los gobiernos locales y los actores internacionales, siendo tomada como ejemplo de gestión urbana por su transformación urbanística de vanguardia.
d) Mayor gobernabilidad: por sus condiciones demográficas, estas ciudades podrían ser organizadas con mayor facilidad y sus gobiernos locales tener un mayor control del territorio, así como una mayor participación de sus habitantes (fomentando de políticas públicas que incentiven el uso del espacio y programas de integración sociocultural), e incluso mantener un estándar alto en la calidad de vida gracias a los sectores económicos en los que se especializa. Este conjunto de estrategias permite pensar que las ciudades intermedias pueden ser espacios urbanos gobernables y menos caóticos. Aunado a lo anterior, como se mencionó en el inciso anterior, se busca que los gobiernos locales puedan tener un papel relevante en el sistema internacional, con la finalidad de ser vistos de manera autónoma al Estado-Nación en el que se encuentran territorializadas las ciudades.
e) Homogeneización sociocultural: el proceso integrador que se plantea en estas ciudades implica que mediante la planeación estructural (relacionada con los edificios y uso del suelo) es posible mitigar los procesos de segregación social e incentivar la identidad ciudadana y el reconocimiento de la ciudad como un espacio diverso y armónico.
Gracias a las anteriores características, la ciudad intermedia se presenta como un nuevo espacio de equilibrio que media entre la espacialidad rural y la urbana, y además permite desahogar a las ciudades globales o metrópolis de su concentración demográfica (ocupándose de sectores económicos que no pueden ser explotados en las mismas de manera eficiente). Se piensa que las ciudades intermedias pueden ser capaces de descentralizar el poder económico, político, social y cultural que detentan las ciudades globales, al mismo tiempo que “refuerzan e impiden la desertización socio-funcional del espacio rural” (Llop et al., 2019, p. 27).
Sin embargo, pareciera que el análisis se concentra en pensar a las ciudades como espacios dotados de dichas características de forma específica, incluso antes de que estos sean reconocidos como ciudades intermedias y como si el sistema urbano estuviera conformado exclusivamente por los espacios urbanos, alejado de otras estructuras que se articulan a la par y en conjunto para configurar el contexto específico que se vive actualmente y que permite el surgimiento de diversas espacialidades (desde las ciudades globales, pasando por las ciudades intermedias hasta el espacio rural).
Por lo anteriormente mencionado, desde la perspectiva crítica, se propone la necesidad de cambiar la óptica a partir de la cual se considera la articulación del espacio urbano, para darle mucha más profundidad a su estudio. De igual manera, esto posibilita analizar todas las características que pareciera denotan las ciudades intermedias como cualidades naturales pero que, al contrario, si se toma en cuenta la estructura y las condiciones que abren paso a territorializar este proceso, se podrán encontrar una serie de respuestas correspondientes a lógicas de mercado, liberación y financiarización del espacio.
El sistema urbano global y las ciudades intermedias
El espacio urbano se articula como una red, dentro de la cual se generan territorios específicos como las ciudades intermedias. “Cada espacialidad territorializada es un nodo de interconexión de la red global” (Carrión, 2013, p. 21); cada uno de estos nodos tiene una relación multiescalar con los demás, lo que genera diversas líneas de conexión entre uno y otro.
Esto crea un efecto particular en el espacio: vuelve a cada ciudad un nodo de interconexión caracterizado por cumplir funciones específicas que responden a la articulación general del sistema urbano. Sin embargo, esto no implica que los flujos no puedan ser polivalentes; aunque territorializados en áreas específicas, buscan las relaciones con espacios similares que decanten en una territorialización de los flujos especializados y espacializados del capital a gran escala.
Entonces surge la propuesta de concebir las ciudades intermedias como espacios territorializados estratégicamente construidos y dotados de condición multiescalar en tres niveles: local, regional y global. Es importante mencionar que la condición multiescalar a la que nos referimos ahora difiere de lo que paginas arriba calificamos como interescalar, ya que esa última se plantea como objetivo por lograr: que las ciudades sean capaces de desarrollar su especialización económica en las actividades terciarias y primarias; por su parte, la concepción multiescalar sostiene que el espacio se crea ya vinculado con esas escalas y con las diferentes ciudades que las ocupan, lo que genera una tríada constitutiva de los nuevos espacios. Desde esta perspectiva, las ciudades intermedias, “a diferencia de las metrópolis y ‘megaciudades’ […], guardan un nexo vital con un medio rural en proceso de desertificación socio-funcional, del cual depende en gran medida la sostenibilidad de la civilización urbana” (Llop et al., 2019, p. 27).
En la escala global se presenta una reconfiguración del sistema urbano, proceso mediante el cual se han desconcentrado los flujos de capital que se articulaban principalmente en las ciudades globales. Esto ha sucedido por la incapacidad de las ciudades globales de seguir sosteniendo un modelo centralizado, puesto que a mayor centralización y espacio único de recepción de los flujos se necesita más espacio físico en donde ubicarlo, algo que las ciudades globales ya no pueden sostener porque cada territorialidad tiene espacios finitos.
Por lo anterior, el sistema urbano ha respondido con la creación de las ciudades intermedias, que son otras espacialidades donde es posible ubicar aquellos flujos de capital que sobrepasan a las grandes ciudades. Primero se crea el espacio y después se le delega el procesamiento de flujos, lo que da como resultado espacios de contención, especialización y espacialización de actividades productivas o reproductivas: “Estas ciudades se convierten en los ejes vertebradores del sistema urbano, sea como polos o nodos que articulan los espacios de integración interna (a la región y al país) y de articulación externa con la red urbana global o con las regiones más dinámicas de la economía internacional” (Carrión, 2013, p. 22).
La escala regional de las ciudades intermedias se puede apreciar con toda claridad, puesto que: “Estas ciudades se articulan entres sí, creando regiones dinámicas, aprovechando las ventajas comparativas de producción que presentan ante otras ciudades y así dando lugar a bloques urbanos establecidos por su capacidad de especialización en la recepción y producción de flujos y producción económica delimitada” (Bolay et al., 2017, pp. 8-9).
A nivel local las ciudades intermedias funcionan como espacios creados para reestructurar la conformación del espacio público y privado a partir de la división espacial del trabajo, pues generan roles específicos de ocupación laboral en actividades económicas determinadas. Este último punto es de suma importancia, pues alude a las razones geopolíticas por las que se construyen las ciudades intermedias, y a la propuesta de esta investigación: pensar este espacio como aquel que tiene la función de territorializar el trabajo reproductivo y contener el capital humano a gran escala.
La territorialización y contención del capital humano en la ciudad intermedia
Para ir construyendo esta propuesta hay que comenzar explicando cómo se territorializa el flujo de capital humano en las ciudades intermedias. Principalmente tendremos que centrarnos en tres características de este tipo de espacio: las cualidades de su población, las condicionantes de su producción económica y su relación tan estrecha con las ciudades globales.
Para abordar el tema de la población, piedra angular para entender la contención del capital humano, habría que partir del presupuesto de que en estas ciudades “habita una población similar a la existente en las ciudades globales” (Llop et al., 2019, p. 36), es decir: familias pequeñas, cuyos integrantes laboran en oficinas o hacen trabajo administrativo, y cuentan con escolaridad media o media superior, entre otras condicionantes. Esto implica que habrá un arquetipo de ciudadanos habitando dicho espacio, a partir de sus capacidades adquisitivas y necesidades domésticas, se articularan que se presenten en este grueso poblacional es que se articularán los proyectos urbanos y las políticas públicas del lugar. Al respecto, a nivel estructural lo anterior nos lleva a cuestionarios: ¿de dónde emergen esas familias?, y ¿qué pasará con aquellas personas que habitaban antes dicho espacio y aquellas que migren a habitarlo?
Para poder responder la primera pregunta habría que entender los procesos de segregación que se viven en la ciudad global y en las metrópolis: la financiarización de estos espacios ha generado, entre otras cosas, burbujas inmobiliarias que han hecho imposible la compra o renta de viviendas para la mayor parte de la población, aunado a la construcción de complejos administrativos y megaproyectos privados que han desplazado el uso de suelo en materia de vivienda y lo ha convertido en espacio de producción o espacios vaciados (Smith, 2012). Por esto, el grueso poblacional ha migrado a las ciudades intermedias, lo cual explica la analogía poblacional: en las ciudades intermedias se han establecido quienes han sido desplazados de las ciudades globales.
Pero esta migración no es definitiva, ya que existe una relación directa entre la ciudad intermedia y la global: si bien de la población se desplaza para poder tener vivienda, las fuentes laborales -en su mayoría- siguen manteniéndose en las ciudades globales, por lo cual, el nexo que las relaciona es el constante movimiento del capital humano entre ambos espacios: en la ciudad global el capital humano produce; en la ciudad intermedia el capital humano se reproduce.
A esto es a lo que nos referimos al enunciar la territorialización de flujos a gran escala: ciudad global, necesita liberar espacio para construir nuevas fuentes de acumulación de capital en función de lo demandado por la estructura sociopolítica. El sistema urbano global construye ciudades intermedias como un territorio para contener el capital humano y sus actividades -lo cual implica cubrir sus necesidades domésticas y económicas-, sin desplazarlo demasiado lejos para que este pueda regresar a las ciudades globales a trabajar mientas a las ciudades intermedias se les delega cumplir funciones reproductivas (Prieto et al., 2011). Por esto promover la especialización de ciudades intermedias en actividades primarias y terciarias cobra sentido, pues implica que estas muevan el capital humano, cubran necesidades básicas y sean espacios geopolíticos de contención.
Ahora es necesario abordar la producción económica de las ciudades intermedias, que está estrechamente ligada con la satisfacción de las necesidades domésticas. De hecho, se ha establecido que una de las principales características de este tipo de ciudades es la concentración de la economía doméstica,1 al mismo tiempo que se propone que podrán especializarse y ser capaces de articular dos sectores económicos (el sector terciario y el primario); muestra de la lógica económica al buscar que la población se concentre en un tipo de actividades que permita cubrir, por un lado, las necesidades laborales integrándose al rubro de prestación de servicios especializados, lo que directamente implica que se buscará una población determinada que pueda vivir en dichas ciudades para poder realizar estos trabajos (Sassen, 2007).
Por otra parte, al producir insumos para el consumo propio de la ciudad y el de las espacialidades que se liguen directamente a ella, es decir, concentrarse en sostener las actividades de la economía doméstica, como la demanda de servicios y alimentos, genera una sectorización especial de los flujos económicos. Las ciudades globales perpetúan el sistema económico de aglomeración, y esto implica que la relación directa que tengan las ciudades intermedias sea una especialización de dinámicas económicas que les permita, no solo vincularse directamente sino reforzar la espacialización productiva (Sassen, 2001).
Lo anterior guarda relación con la segunda pregunta (¿qué pasará con aquellas personas que habitaban antes dicho espacio y aquellas que migren a habitarlo?), y para responder debemos retomar las ideas de mayor gobernabilidad y homogeneización sociocultural que se mencionaron al principio del artículo como características benéficas de las ciudades intermedias. Desde esta perspectiva, se considera importante mencionar que, para medirse, la gobernabilidad tiene más características que la densidad poblacional y territorial, y que no hay una relación directa entre la cantidad de ambos factores para asegurar que esta sea exitosa.
Sin embargo, que la gobernabilidad sea una característica atribuida a las ciudades intermedias nos permite dar cuenta de la importancia de la población para este espacio, principalmente porque uno de los objetivos es la participación ciudadana en todos los ámbitos posibles (uno de ellos, como se mencionó con anterioridad, es la participación constante en la activación de la economía local e incentivar la economía doméstica), lo cual no puede entenderse sin considerar que existe un discurso de unificación identitaria, es decir: para que los proyectos políticos y las políticas públicas puedan implementarse se necesita que quienes habitan el lugar se reconozcan como colectivo y que acepten una relación consensuada de poder con los sistemas de gobierno (Thwaites y Ouviña, 2018).
Para eso es necesaria la creación de una identidad única, en este caso de una identidad que parta de lo urbano, de ciudadanos urbanos y “ciudadanos del mundo”. Al respecto, este último ha sido frecuentemente utilizado para detonar en el imaginario colectivo la capacidad de relacionarse directamente con otras espacialidades en el mundo, al mismo tiempo que la connotación aspiracional se apropia de dicho término con la finalidad de hacer posible el uso del espacio mediante programas y proyectos regulados por el poder político que, como se mencionó antes, ya no solo parte del Estado-Nación sino que ahora se articula también con el sistema político de integración internacional, lo cual propicia la implementación de modelos homogeneizadores en diversas áreas, principalmente modelos provenientes de las ciudades intermedias del norte global hacia las ciudades intermedias del sur global (Mignaqui, 2007).
A partir de la idea de homogeneización identitaria podemos responder qué pasa con quienes habitaban estos espacios antes de ser considerados ciudades intermedias; se puede decir que nos enfrentamos a dos fenómenos sumamente comunes cuando se trata de la implementación de la identidad urbana: el desplazamiento y el borrado de identidades disidentes. Esto último implica, que aquellas personas con un origen étnico distinto, con tradiciones y costumbres que difieren de lo que arquetípicamente se entiende por urbano serán absorbidas por este nuevo espacio o desterradas del este, con el propósito de crear espacio sin conflicto y con diferencias armónicas:
Entender la producción de valor como producción de existencia, lo cual se evidencia en el concepto de fuerza de trabajo, en su fallida e imposible conversión en mercancía toda vez que existe un hiato imposible de suprimir entre praxis humana en potencia y tarea efectiva. (Gago, 2019, p. 118)
No podemos abordar el borramiento de identidades disidentes sin traer a colación la idea de la frontera urbana propuestas por de Smith (2012) según la cual el espacio urbano busca hacer del conflicto algo externo, alejado de la urbanidad y de las buenas costumbres que se gestan dentro, lo que genera cierta ambivalencia entre el adentro de la urbanidad -dónde existe lo armónico y culturalmente homogéneo- y el afuera -que implica diferencias conflictivas y caóticas que retrasan la capacidad de las ciudades de ser centro de progreso y gobernabilidad- .
Por tanto, resulta una característica notable siempre que hablamos de las ciudades intermedias y su capacidad para armonizar el conflicto, puesto que hay una relación directa entre ese juego de palabras que resuena sumamente prometedor y la invisibilidad y el exterminio que impacta en los primeros habitantes del lugar. Se desdibujan comunidades, barrios y pueblos ya existentes que, como hecho histórico, han resistido los procesos de urbanización; hablamos de personas con características y condiciones específicas, no solo de un segregado grupo poblacional: nos referimos a personas indígenas o con una identidad étnica diferente y racializada, las personas con capacidades diversas e incluso a las poblaciones más empobrecidas.
Es importante mencionarlo porque la homogeneización identitaria no es casual y mucho menos nueva, responde a lógicas previamente establecidas que se han sostenido por cientos de años; solamente que ahora con la creación de las ciudades intermedias se conjuga con una nueva forma de difuminar la diversidad y volverla productiva a partir de establecerla en un territorio específico.
A esto se suma la segunda parte de esa pregunta: ¿quiénes son y qué pasará con las personas que migren a habitar estas ciudades? Pues bien, ya establecimos que la ciudad intermedia es el territorio de contención del capital humano y de sus actividades reproductivas; ello nos lleva a tener que hablar, como relación directa, de la división sexual del trabajo, pues existe una diada estructuradora entre la división sexual del trabajo y la división sexual del territorio.
La ciudad intermedia como contenedora de trabajo reproductivo
Como es sabido, la división sexual del trabajo implica una distribución de actividades en función de los roles de género establecidos por una estructura sociopolítica según la cual se considera que una u otro sujeto son aptos o no para realizar ciertas tareas. Es así como se ha establecido que los hombres se encarguen del trabajo productivo (y por ende ocupen el espacio público), a la par que las mujeres, así como las disidencias sexo/género, las personas con capacidades físicas y neuronales diversas, infancias y adultos mayores sean relegadas al trabajo reproductivo (y por consiguiente al espacio privado).
Dicha división implica, partiendo desde una óptica mercantil, que solamente se valorizarán aquellas actividades que produzcan mercancías susceptibles de aportar valor de cambio, despojando así de relevancia social y valor al trabajo reproductivo, relegándolo a lo doméstico, no cuantificable como beneficio económico. La óptica del capital ha asimilado trabajo con empleo y ha impuesto una visión sesgada y reducida de la actividad económica. (Larrañaga et al., 2004)
Lo anterior implica que las ciudades se considerarán territorios estratégicamente construidos para el mantenimiento y reproducción del capital humano y sus actividades domésticas. Esto no es insignificante, pues si entendemos que estas últimas son “el conjunto de actividades del hogar cuyo fin es satisfacer las necesidades de la familia y garantizar la reproducción biológica y social de la fuerza de trabajo” (Garazi, 2017, p. 9), entonces hay mayor claridad en la propuesta que aquí se presenta sobre el papel geopolítico que representan las ciudades intermedias para la rearticulación del espacio urbano global y con ello de la estructura sociopolítica actual.
Sin embargo, esto último no implica que las ciudades intermedias carezcan de actividad económica; como ya se mencionó en apartados anteriores, en materia económica, estas ciudades están concebidas para especializarse en la actividad secundaria y terciaria. Esto permite sumar a la propuesta la importancia de contener a las mujeres y disidencias en esta espacialidad, “ya que las mujeres tienden a concentrarse en el sector terciario debido a su posición en la familia” (Brunet y Santamaría, 2016, p. 68) por lo cual “en un mismo movimiento, las mujeres quedaron sometidas a una explotación que daría inicio a un creciente sometimiento de su trabajo y de su cuerpo entendidos como servicios personales y recursos naturales” (Gago, 2019, p. 64).
Entonces, podemos deducir que, si bien el objetivo principal de las ciudades intermedias no es volverse un centro económico, su creación no escapa de la lógica mercantil. Además, puede afirmarse que sectores del capital humano relegados al espacio privado y a la actividad reproductiva podrán integrarse a la actividad productiva, aunque en sectores pequeños y estratégicamente construidos para, cumplir dos objetivos: primero, generar economías locales que permitan a la ciudad sostenerse y descentralizar la dependencia económica que las ligaba a las ciudades globales; segundo, que estas lógicas mercantiles refuercen las relaciones de poder a partir de la división jerárquica y sexuada de la ocupación de espacio y de la realización de actividades económicas, políticas y sociales (al mismo tiempo que permiten perpetuar la financiarización del espacio urbano).
Este punto conecta una noción de cuerpo que no sólo es no-humano, sino que además refiere a la cuestión de la naturaleza desde un punto de vista no liberal: es decir, no se trata de un preservacionismo en abstracto, sino de enfrentar los modos de despojo de posibilidades materiales de la vida que hoy estructuran un antagonismo directo entre empresas transnacionales y Estados contra poblaciones que son saqueadas, desplazadas y redireccionadas en nuevas dinámicas de explotación. (Gago, 2019, pp. 74-75)
Por lo anterior, las ciudades intermedias son espacios propicios para capitalizar todo tipo de actividad realizada por un sector del capital humano que, anteriormente, si bien no era invisible al modo de producción capitalista, no había encontrado la forma de explotarle en su totalidad.
Sabemos que la capitalización, principalmente de las mujeres, se ha estudiado hace ya bastante tiempo y se ha podido identificar que los procesos de reconfiguración de capital han propiciado que las mujeres efectúen sus labores siendo parte de la actividad productiva y reproductiva al mismo tiempo; ya que la explotación de ellas resulta más rentable y redituable, pues se pueden articular las actividades productivas y reproductivas en menos tiempo y con menor salario que el requerido por los hombres.
Actualmente, no es que el patriarcado del salario deje de funcionar queriendo ejercitar su poder de jerarquía y como monopolio del manejo del dinero. Pero su crisis es mayor: el salario hoy no está asegurado como medio de reproducción para las mayorías (...) la crisis de desempleo, de precarización y las condiciones cada vez más duras de explotación hacen que la violencia doméstica estructure la dominación patriarcal que antes estaba mediada y medida por el salario. (Gago, 2019, p. 72)
Con esta reflexión queremos señalar la importancia de crear espacios que territorialicen y especialicen actividades a gran escala, como ocurre con las ciudades intermedias, ya que no solo es posible potenciar la actividad productiva conteniendo el capital humano, sino que el espacio mismo se construye por las actividades reproductivas, pues estas estructuran y limitan los haceres y las formas de ocupar ese espacio a la par que consolidan las estructuras sociales que delimitan los roles de las mujeres, los adultos mayores, la personas con capacidades físicas y neuronales diversas así como de las diferencias sexo/género.
La ciudad intermedia como espacio privado a gran escala
Entonces, ¿cómo podemos hablar de un espacio privado a gran escala si dentro de estas ciudades se articulan actividades productivas y reproductivas? Pues bien, las características del espacio no solo se constituyen por las actividades que se realizan dentro de él, sino también por quienes las realizan, así como por la finalidad para la cual se realizan dichas actividades. Pensar que la ciudad intermedia es un espacio privado a gran escala implica entender que el espacio privado no es solo aquel que se encuentra dentro de una casa o dentro de la propiedad privada, así como el espacio público no está constituido solamente por son parques, calles, glorietas o plazas comerciales.
El espacio privado dentro de la división moderna del espacio social se construye por vía negativa, es decir: lo que no es público entonces es privado. Sin embargo, esta es una ambivalencia bastante superficial para lo que queremos explicar. Según Lefebvre (2013), el espacio social se construye a partir de relaciones sociales, las cuales están ligadas a las fuerzas productivas del momento histórico que se analice; por lo tanto, lo que podemos entender como privado es aquel espacio que se ha construido limitando el uso de otras espacialidades. Así, “al ser la ciudad un medio de producción, hay un conflicto en el carácter social de esta producción y la propiedad privada de los lugares” (Lefebvre, 2013, p. 144).
Tanto el espacio público como el privado están constituidos por una práctica espacial específica, por representación espacial y por ser espacios de representación 2. Entonces, la ciudad intermedia se configura como espacio privado no porque concentre más más casas o actividades domésticas per se, sino porque la práctica social en ellas supone el uso del cuerpo sexuado en actividades domésticas, económicas, políticas y sociales específicas (Federici, 2021); dichos cuerpos se representan y solo a partir de dicha representación existen únicamente dentro de ese espacio, así como de la relación de estos cuerpos con otros espacios.
Se plantea que la ciudad intermedia es un espacio privado a gran escala, partiendo de lo que ya explicamos anteriormente sobre el tipo de sujetos sociales que contiene y cómo estructura el espacio y sus actividades en función de la relación del cuerpo con ese y con otros espacios (como la ciudad global). “No es cuestión de introducir aisladamente formas, funciones y estructuras, sino que se trata de dominar el espacio global considerando las formas, las funciones y las estructuras en una concepción unitaria” (Lefevre, 2013, p. 178). De ahí la necesidad de construir este espacio y darle la característica de privado, lo que permite evidenciar dos cuestiones: en primera instancia, una relación de poder y dominación de espacio a espacio, no porque la ciudad global domine a la ciudad intermedia, sino porque el espacio urbano capitalista, patriarcal, capacitista y racial -que engloba estas dos formas de ciudades- domina al espacio que existió antes (y con ello a las relaciones sociales que produjeron ese espacio que le antecede):
La relación entre cuerpos feminizados y disidentes y tierras/territorios comunes: ambos entendidos como superficies de colonización, conquista y dominio. Luego, la criminalización de las acciones colectivas protagonizadas por mujeres, como dinamizadoras de movimientos sociales rebeldes. Finalmente, la autoridad masculina y eclesial como clave una y otra vez presente para el llamado al orden de la acumulación capitalista. (Gago, 2019, p. 66)
En segunda instancia y en relación con la dominación, es posible integrar la superposición de espacio público como lugar donde se concentra y centraliza la toma de decisiones en función de la correlación de fuerzas de los grupos dominantes y subalternos, la vinculación comercial y la distribución de capital, haciendo que este espacio detente la capacidad de territorializar, espacializar y especializar los flujos de capital con la finalidad de revirar las contradicciones de la estructura sociopolítica actual: “Al expulsar a los habitantes de grandes territorios, al obligar a la gente a abandonar su hogar, sus campos, su tierra ancestral, la violencia contra las mujeres es un elemento esencial de las operaciones” (Federici, 2021, p. 79).
En este orden de ideas, conviene recalcar lo siguiente: si bien la construcción del espacio privado ha implicado históricamente la contención de grupos sociales antagónicos actualmente, en expansión, esto no implica que, para estos grupos (mujeres, infancias, adultos mayores, disidencias sexo/género o personas con capacidades física y neuronales diversas) sea posible apropiarse de dicho espacio como forma disruptiva de su ocupación cotidiana. Es decir, para estos grupos sociales habitar el espacio no implica que ya estén construyendo resistencia.
Para que para que exista un proceso de subordinación de espacio a espacio y para que el espacio público domine al privado, ambos deben constituirse mediante una lógica estructural; para todas las espacialidades de la estructura sociopolítica actual cada espacio construido a partir de esa lógica es un espacio masculino:
Hoy en día, igual que ayer, un hombre está ‘en su hogar’ tanto en la casa (en el adentro) como en la calle (el afuera), lleva consigo su hogar a todas partes mientras que la mujer no está verdaderamente en su hogar, ni en la casa ni en la calle, ni en lo privado ni en lo público (…). Parece que los espacios de carácter social transitorio entre lo privado y lo público, permanecen mayoritariamente masculinos (…) se marca el territorio, el territorio del mundo, el mundo como territorio masculino. (Collin, 1994)
La ciudad intermedia es más que la construcción y nacimiento de otra ciudad con dimensiones cuantitativas específicas. Además, estas no son las que le dotan de la capacidad de tener un peso relevante dentro del sistema urbano global. La construcción de estas ciudades es “el resultado combinado de una dominación política muy potente, de un impulso de las fuerzas productivas y de un control insuficiente de los mercados que generan un caos espacial en todas las escalas, desde el ámbito local al planetario” (Lefebvre, 2013, p. 120), un caos que reestructura las formas de vivir y habitar el espacio urbano, en función de su valor mercantil y no de su valor de uso:
Este fenómeno sin precedentes históricos fue un elemento central en el proceso que Marx definió como acumulación originaria. Destruyó el universo de sujetos y prácticas femeninas que se interponían en el cumplimiento de los principales requisitos del sistema capitalista incipiente: la acumulación de una fuerza de trabajo masiva y la imposición de una disciplina de trabajo más rígida. (Federici, 2021, p. 75)
Ciudades intermedias en América Latina
Algunos ejemplos de ciudades intermedias que exponen de forma más clara cómo se llegó a las anteriores reflexiones se expone en el trabajo de Bolay et al. (2017) en el Proyecto de Monitoreo de Ciudades Intermedias. En él se recolectan datos de ciudades de Argentina, Brasil y Ecuador, para generar un marco que permita identificar las características principales de dichos espacios urbanos desde aquellas que hacen posible su categorización en conjunto, así como aquellas particularidades que surgen como un fenómeno encadenado a los procesos de trasformación urbana.
El primer ejemplo es la ciudad de Camilo Aldao, Argentina. Dicha ciudad se encuentra ubicada en el sudeste de la provincia de Córdoba en el departamento de Marcos Juárez; tiene una población total de 5,302 habitantes y se encuentra a 50 km de la Capital Federal. En esta ciudad ha habido una reconfiguración del espacio público y privado a partir de dos ejes:
el primero parte de la creación del Corredor Productivo del Sudeste con el que se proyecta la reorganización económica y política de la ciudad (una reconfiguración de lo público y lo privado), ya que los actores principales que integran dicho proyecto son “pequeños empresarios entre otros, [que tienen] el objetivo de elaborar políticas conjuntas” (Bolay et al., 2017, p. 27). Ellos generan pequeños flujos de intermediación mediante los cuales la ciudad de Camilo Aldao se transforma en el eje rector.
Esta ciudad almacena el 67,7% de la capacidad nacional de granos y subproductos y casi todas las pequeñas empresas de la región tienen allí su terminal de recorrido (…) para poder llegar al mencionado puerto y desde allí seguir por el corredor del MERCOSUR, ya que el 80% de su producción sale hacia las grandes ciudades (Bolay et al., 2017, p. 27)
Lo anterior quiere decir que los puntos de redistribución de capitales no solo permiten la creación de nuevos mercados o nodos, sino que también permiten la perpetuación de la acumulación del capital y mantienen la función neoliberal del Estado, pues este provee de los mecanismos necesarios para el resguardo del capital privado y sus inversiones. Por eso, se necesita de la diada entre el Estado-Nación y la burguesía para que este nuevo modelo urbano funcione y tenga sentido dentro de la lógica del capitalismo.
Por otro lado, de acuerdo con el reordenamiento territorial encaminado a la economía primaria y terciaria, entre las actividades primarias se encuentran la ganadería, la agricultura y lo que los autores denominan “agricultura urbana”. Estas actividades primarias están destinadas a la exportación del 100% de su producción a grandes ciudades, mientras que una parte de la agricultura urbana “está destinada principalmente al consumo local, pero ha logrado establecer una amplia red de interacciones entre actores locales, regionales, nacionales e internacionales” (Bolay et al., 2017, p. 28). Así, es posible entender cuál es la función de las ciudades intermedias en la práctica real: la contención del capital humano y su actividad productiva en estos espacios permite la creación de mercados y economías que no se pueden implementar en las grandes ciudades por la densidad territorial y la aceleración de los ritmos de vida. Estas nuevas ciudades desahogan a las ciudades globales de las actividades básicas para la vida sin tener que sacrificar su consumo vital.
A su vez, permite la contención del capital humano, ya que “la integración a escala regional fortalece la economía a esa escala con la posibilidad de ocupar mano de obra local” (Bolay et al., 2017, p. 32). Entonces, el arquetipo de población que habita estas ciudades se polariza. Como en todos los espacios urbanizados por el capital, figuran aquellas pequeñas empresas que pueden trabajar a diferentes escalas en el sector primario y terciario, y aquellas que realizan el trabajo físico manual; todas organizadas dentro de un ensamblaje económico que busca proyectar a estas ciudades a la competencia regional y global mientras sostiene a otras espacialidades urbanas.
Como segundo caso de estudio de los autores figura la ciudad de Maranguape, al noreste de Brasil. Esta forma formando parte de la Región Metropolitana de Fortaleza, con una población aproximada de 87,358 habitantes. “Se considera a esta ciudad como el punto de llegada de migrantes de otras regiones cercanas este movimiento está ligado al empleo, educación, actividades recreativas, y al comercio que Fortaleza ofrece” (sic) (Bolay et al., 2017, p. 37), que es algo abordado en el apartado de la importancia de la densidad poblacional en las ciudades intermedias. En este caso se puede observar de mejor manera la sistematización de la selección de quienes habitan la ciudad, que pueden ocupar los espacios urbanos. Además, se observa que para las personas expulsadas de las ciudades globales, Maranguape tiene la función de ciudad-dormitorio, algo que encontramos solo en las ciudades intermedias que se encuentran más cercanas a las megalópolis.
Maranguape también cuenta con procesos de desarrollo de servicios a media escala, pero en relación con la ocupación habitacional se caracteriza por una mecanización del hacer cotidiano que se ve reflejado en los horarios de uso de transporte, como lo mencionan los autores:
Según las estimaciones de un representante de dicha empresa, por cada 10 personas que salen hacia Fortaleza durante las horas pico de la mañana (que comienzan en la primera salida desde las 4 y hasta las 7), hay apenas 3 personas que llegan. El flujo en sentido contrario se puede verificar entre las 18 y las 20 horas. Este hecho confirma, en términos relativos, que Maranguape cumple una función residencial para cierta categoría social, abasteciendo a la capital de mano de obra. (Bolay et al., 2017, p. 42)
Estos son algunos, muy pocos, de los fenómenos y transformaciones que se presentan dentro del entramado de las agendas políticas, programas económicos, proyectos de reestructuración urbana y demás mecanismos que buscan construir a las ciudades intermedias. Estos están dirigidos por la estructura sociopolítica y económica que se ha presentado con anterioridad. La intención de integrar estos ejemplos al escrito no es describir uno a uno los procesos que caracterizan a las ciudades intermedias, sino considerar que los procesos comunes en estas ciudades son el comienzo de la transformación. Dichos procesos tienen una lógica específica que puede ser explicada si se relaciona con la importancia de crear espacios privados a gran escala para la contención del capital humano y su actividad reproductiva.
Las conclusiones de esta propuesta se articulan de la siguiente manera: es sumamente importante seguir trabajando en entender que la reconfiguración del sistema urbano global está sucediendo. Muestra de ello es la creación de espacialidades como la ciudad intermedia y otras muchas espacialidades urbanizadas, por lo que para poder entender fenómenos, como la fragmentación y el desdibujamiento del Estado-Nación, la llegada de otras entidades políticas territorializadas de diferente manera, la centralización de capitales, los flujos migratorios, la flexibilización laboral, entre otros, es necesario que sean explicados dentro de las transformaciones del espacio y del sistema urbano global.
Al mismo tiempo que lo anterior es resultado de la reconfiguración de la estructura sociopolítica global en función de las contradicciones de la estructura contemporánea que se encuentra articulada por el modo de producción capitalista, el sistema heteropatriarcal, el capacitismo y el racial, las nuevas generaciones trabajadoras buscan reconfigurar la forma de producir para subsistir al margen de la acumulación de mercancías, lo que nos permite pensar que en esta nueva lógica el espacio urbano jugará un papel crucial.
De igual forma, es necesario repensar el análisis sobre las espacialidades contemporáneas, ya que se sigue analizando a partir de la dicotomía sobre lo rural/urbano. Es necesario entender que incluso aquello que hoy se considera rural, se integra funcionalmente a la estructura del sistema urbano global, y para ello también se le despoja de su contenido epistémico y práctico, para solo tener sentido en relación con lo productivo, tanto con la mercancía que produce como con la fuerza de trabajo que necesita. Mediante esta investigación, se invita a seguir discutiendo la importancia de los espacios urbanos, las reivindicaciones sociales y políticas que parten de ahí para proponer no solo una forma de resistencia, sino también una cosmovisión de la relación sociedad-territorio que ofrece una propuesta de otras formas de coexistencia y producción de espacios (fuera de las lógicas de acumulación y sobreexplotación).
Así mismo, es necesario contemplar que dicha reestructuración está constituida por un principio de especialización y espacialización de los diversos capitales, es decir, se crean espacios específicos que contienen y procesan un tipo de capital que transforma en actividades específicas el espacio y las relaciones sociales que se gestan dentro de él. Estas actividades están intrínsecamente relacionadas con la división sexual del trabajo, de tal forma que la creación de espacios que contengan un tipo de capital u otro, implica que tendrán en su composición la ambivalencia del trabajo productivo-trabajo reproductivo, así como la de espacio público-espacio privado, constituidas sobre la dominación del espacio urbano contemporáneo.
Adicionalmente, permite pensar las dinámicas de hipermovilidad de los capitales como respuesta a los cada vez más cortos ciclos de acumulación de capital, y con este movimiento constante, que incluso se ha reducido a horas de traslado, prolongue el tiempo de vida de los modelos económicos contemporáneos y se reformulen las prácticas productivas. Todo mientras se asegura el proceso de acumulación mediante la oscilación de la frontera urbana y la financiarización del espacio, antes de que exploten las burbujas inflacionarias de las diversas monedas que territorializan las actividades económicas dentro del espacio urbano.
También es de suma importancia prestar atención a la fuerza de trabajo, ya que esta se desplaza de una forma no vista hasta el momento. Actualmente sus procesos de movilidad no implican a un desplazamiento permanente, como se ve con el fenómeno de migración del sur al norte global, sino que se ve esta movilidad en sectores geográficos más pequeños y precisos (de ciudad a ciudad) y con una estancia no mayor a ocho horas o lo equivalente a su jornada laboral. Sin embargo, en este proceso intermitente de circulación el tiempo de traslado es un elemento fundamental porque permite desprender al capital humano de su agencialidad política, su concepción identitaria, así mismo de conformar organización social en pro de resistir a la precarización laboral, el desplazamiento forzado y la pauperización de la vida misma.
Por eso es importante abordar el análisis desde la mirada del cuerpo-territorio. Gago lo presenta como:
Un concepto práctico que evidencia cómo la explotación de los territorios comunes, comunitarios (urbanos, suburbanos, campesinos e indígenas), implica violentar el cuerpo de cada uno y el cuerpo colectivo por medio del despojo. La noción misma enlaza una mirada que explica cómo se estructura hoy la explotación de los territorios bajo modalidades neoextractivas y cómo éstas reconfiguran también la explotación del trabajo, mapeando las consecuencias en la vida cotidiana que producen los despojos de los bienes comunes. (Gago, 2019, p. 90)
Esto no quiere decir que las ciudades intermedias no puedan ser apropiadas por sus habitantes. Si bien son espacios que responden a la lógica del sistema urbano global, pueden ser transformadas, mediante la práctica social con la ocupación digna del espacio urbano, “el buen vivir y convivir”, y también en el ámbito administrativo, con la regulación del mercado a partir de políticas públicas y no solo de proyectos urbanísticos o de zonificación; es necesario el control del oligopolio inmobiliario y la prevención de descapitalización como efecto de la privatización. El horizonte debe ser poner al valor de uso sobre el valor de cambio de las ciudades.
Para que este proceso transformador sea posible se debe formular una reflexión que ponga en el centro las vivencias y las experiencias de vida que transforman la identidad de los sujetos, no solo el despojo de tierras o de la privatización de los espacios, de la creación de nuevos arquetipos de trabajadores y trabajadoras, sino también el despojo sistemático de identidad colectiva, de lugares de arraigo y de actividades que no solo produzcan mercancías. Se trata de pensar el despojo y la desposesión en un todo que atraviesa cotidianamente la vida.
Por ello, y como parte de estas líneas de reflexión, es importante profundizar cada vez más sobre la preponderancia de la escala urbana en el ciclo actual. Se invita a seguir trabajando en la reflexión sobre las diferentes perspectivas que acerquen a un análisis más complejo integrando diferentes visiones, con la finalidad de proponer acciones concretas sobre la precarización y la guerra contra la vida.
Hablar de la creación de las ciudades intermedias es un paso para descifrar y exponer una serie de patrones que aglutinan y vuelven homogéneo el desarrollo de la vida, dotándola de una única función: la productiva. Así mismo, es necesario vincular estas reflexiones con otras espacialidades, otras dimensiones multiescalares y sobre todo con otros procesos político-económicos.
Este estudio se apegó a lo señalado en los principios y normas éticas, contenidos en acuerdos y normas internacionales como el convenio 169 de la OIT, asegurando su transparencia acerca de las fuentes de financiamiento de la investigación y especificandolas en los documentos públicos emanados de ella. Asimismo, se procurará dar el reconocimiento de manera adecuada a las personas cuyas ideas, obras, aportes e investigaciones hayan sido relevantes para este análisis, dando la atribución autoral debida. Se establece el uso ético de la información para fomentar el discurso intelectual y académico de manera abierta y buscar, en la medida de lo posible, mecanismos de apropiación que permitan a las personas aprovechar el conocimiento generado.
Ivonne Álvarez Ruiz: investigación y redacción del artículo.
La autora manifiesta no tener ningún tipo de conflictos de interés para la realización y presentación de este artículo, realizado y presentado en el marco del Primer Seminario Internacional “Ciudades Intermedias: dinámicas y perspectivas de investigación en América Latina” (2021). Las reflexiones de este artículo se sustentan en la sistematización de bibliografía para un proyecto de investigación más amplio titulado "Ciudades intermedias: El mito de la ciudad próspera como principio estructurador de una utopía hegemónica".
Quiero agradecer a Claudia Alexandra Duque y a Hubert Mazurek quienes fungieron como organizadores del Primer Seminario Internacional “Ciudades Intermedias: Dinámicas y Perspectivas de Investigación en América Latina”, por darme la oportunidad de participar en un evento tan importante y de tal magnitud, con mi primera investigación académica. Su confianza en mi propuesta fue clave para desarrollar la presente reflexión y presentarla en dicho evento, así como para escribir este artículo. Gracias por dar el beneficio de la duda a las nuevas generaciones para integrarnos a la comunidad de investigadores.
Notas al Pie
1. Para el presente trabajo entenderemos la economía doméstica como aquella que parte de la relación de poder entre los géneros como aquella actividad que se produce con la finalidad de mantener el hogar. Sin embargo, la concepción de hogar no se reduce al espacio físico, sino que también implica la reproducción de actividades de mantenimiento, cuidado y administración del espacio físico y simbólico, así como de quienes lo habitan.
2. Lefevbre propone una tríada conceptual a partir de la cual se puede entender al espacio urbano como una estructura estructurante: la práctica social implica la relación que cada miembro de la sociedad tendrá con el espacio; la representación del espacio, por su parte, se refiere a los signos, códigos y relaciones que darán orden al espacio social; por último los espacios de representación implican la forma en que se vive el espacio a partir de las imágenes y los símbolos.
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