Resumen
Desde el Gato de Cheshire hasta La era del Hielo, desde las fábulas de Esopo hasta Liberen a Willy, y probablemente desde el antiguo arte rupestre, una fecunda rama de ficción e imaginación creció con vigor al darle voces a los animales. Como van desnudos (y como, en realidad, no hablan), los animales parlantes recuerdan nuestra inocencia primitiva, curiosidad e ingenuidad. Esta pequeña historia gráfica parte de esos principios: niños preguntándose por el mundo y descubriendo una vida invisible, siempre presente. Niños explorando con inocencia y elevando preguntas tiernas sobre el mundo que los rodea. Hoy, prestarles una voz a los animales significa dejarlos decir su vulnerabilidad. Toca a los lectores afinar sus oídos, prepararlos para escuchar los viejos ritmos de la naturaleza, que la civilización en su crecimiento insiste en ocultar o eliminar.Descargas
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