FIBROMIALGÍA, DESIGUALDAD SOCIAL Y GÉNERO. ESTUDIO CUALITATIVO SOBRE TRANSFORMACIÓN DEL MALESTAR CORPORAL EN MALESTAR PSICOSOCIAL
FYBROMIALGYA, SOCIAL INEQUITIES AND GENDER. QUALITATIVE STUDY ABOUT THE TRANSFORMATION OF BODY DISCOMFORT INTO PSYCHOSOCIAL DISCOMFORT
TÍTULO CORTO: FIBROMIALGÍA, DESIGUALDAD SOCIAL Y GÉNERO
RESUMEN
En los últimos años han aparecido problemáticas de salud nuevas y renovadas, cuya característica transversal es que no se les encuentra una causa orgánica en términos biopsicomédicos. Este artículo aborda algunas de éstas problemáticas asociadas al dolor crónico con diagnóstico de fibromialgia. De esta manera, el objetivo es analizar la forma en que personas con diagnóstico de fibromialgia y que participan en organizaciones de pacientes, transforman el malestar corporal en malestar psicosocial respecto a su enfermedad. Esto se ha hecho mediante el uso de métodos cualitativos, específicamente con grupos focales y análisis de contenido. Los principales resultados arrojan el mejoramiento de la calidad de vida en quienes logran hacer este tránsito, evidenciando al mismo tiempo la necesidad de incorporar las dimensiones de género, desigualdad social y relaciones de poder que cruzan el acceso a la salud pública en este nuevo conjunto de problemáticas sanitarias.
Palabras Clave: Equidad en salud; dolor crónico; género y salud; fibromialgia
ABSTRACT
The research identifies the effects of sociodemographic variables and quality of life in the academic performance of 465 students of the Faculty of Health Sciences of the University of Magdalena. The methodology used for data collection consisted of the application of two instruments to students of the Faculty of Health Sciences of the University of Magdalena, the instrument of Martha Artunduaga on variables that influence the achievement of the University and the instrument SF 36 was the quality of life in health. We conclude that there is no relationship between quality of life, sociodemographic factors and academic performance in the subjects of this sample. While a significant and inverse relationship between age and academic performance as well as the social status and academic performance was observed, showing that the lower the social stratum have better academic performance among younger and better academic performance, are relates this phenomenon by the fact that students are faced with strength and persistence of the difficulties perceiving education as an opportunity to overcome poverty as the core of the theory of social mobility.
Keywords: Traditional Culture; Quality of life; performance; university; Social mobility
INTRODUCCIÓN
En las sociedades capitalistas y tecnológicamente desarrolladas contemporáneas están emergiendo un conjunto de problemas de salud nuevos y renovados, cuya característica transversal es que no se les encuentra una causa orgánica en términos biopsicomédicos. Dichos malestares corresponden a un 30% de la población1,2 e implican un aumento de la demanda de atención en salud (entre un 25% y 50%) puesto que tienen un impacto limitante en la vida personal, social, familiar y laboral de las personas afectadas y, por tanto, también un impacto económico considerable en la sanidad pública. Sin embargo, aunque no se les encuentre causa orgánica desde paradigmas biopsicomédicos, ello no es un impedimento para que no se recurra frecuentemente a un intenso tratamiento farmacológico y/o psicofarmacológico en su tratamiento, que a menudo agrava y cronifica el problema3. Además, se da una clara morbilidad diferencial entre sexos, en este tipo de malestares, afectando a un 80% de mujeres y a un 20% de varones4. Por otra parte dichos malestares se asocian al cuerpo, usualmente en la forma de fibromialgia (FM), problemas osteoarticulares y músculo-esqueléticos, o fatiga crónica, entre los más relevantes, como también a la psique, encarnado como depresión crónica, fobias, las crecientes sociopatías, ansiedad, etc5.
Se trata de malestares que son más frecuentes en las sociedades globalizadas y neoliberales actuales, debido a un aumento exponencial en las últimas décadas del sufrimiento evitable, que es fruto de condiciones sociales, culturales y de poder adversas a la vida, como diferentes violencias simbólicas y estructurales, que afectan sobre todo a los grupos más vulnerables en los que confluyen e interactúan diferentes ejes de poder y desigualdad6-8. Cabe mencionar que las relaciones entre salud y desigualdades de género han sido documentadas y trabajadas desde hace décadas, siendo esta una perspectiva que permite no perder de vista las relaciones de poder que atraviesan estas problemáticas9.
En el caso del dolor cronificado y el diagnóstico de fibromialgia, estos malestares, por sus características específicas, desbordan el paradigma biopsicomédico en el sentido de que al no encontrárseles una causa orgánica mediante las teorías y herramientas biomédicas o psicológicas al uso, se generan dudas sobre su existencia real y se convierten en malestares controvertidos en la arena social, sanitaria y jurídica10. El efecto de dicha controversia produce la mayoría de las veces un grado importante de indefensión y estigma en las personas afectadas, ya sea por el reconocimiento incierto de su dolencia o por la falta de tratamiento adecuado, y un malestar o experiencia de burnout en los profesionales que los atienden, cuando no conflictos profesionales entre éstos o saturación de los servicios de salud11.
Además, la disciplina psicológica, enfocada al cuidado de la salud en otro sentido, tampoco aborda el problema desde una perspectiva biopsicosocial y concepción integral de la salud. Esto se debe por una parte a que la psicología tiene una presencia reducida y muchas veces subsidiaria de la biomedicina, mientras que por otra a un reconocimiento escaso en la sanidad pública cuando es pensada desde el modelo biomédico. Por la otra parte, el paradigma biopsicomédico trabaja hegemónicamente en el ámbito público desde paradigmas, tiene como efecto una desestimación, en gran parte, del impacto en la salud de los factores culturales y psicosociales.
En el caso español, sin embargo, cada vez es más frecuente que esta indefensión y estigma se gestionen en algún grado por parte de las personas afectadas, a través de la creación propia de organizaciones de pacientes que son heterogéneas y ajenas a la organización de la sanidad pública. Estas formas de organización en torno al dolor cronificado con diagnóstico de fibromialgia se han ido replicando en otros países durante los últimos años, por ejemplo en Chile (Fibromialgía en Acción) y en Argentina (Asociación Fibroamérica). Son organizaciones comparten un objetivo transversal orientado a darse apoyo entre las pacientes y a conseguir reconocimiento y una legitimación, tanto privada como pública, de las experiencias de malestar.
Este artículo se centra en uno de estos malestares emergentes el dolor crónico sin causa orgánica, denominado Fibromialgia (FM), en el marco de la sanidad pública española. Este malestar crece de forma exponencial en el estado español y demás países occidentalizados tal y como se ha visto en una investigación precedente. El objetivo del artículo es presentar un análisis crítico a partir de un enfoque de género en salud11, dado que la FM se diagnostica mayoritariamente a mujeres, con un ratio mujer/hombre de 10/112. En este sentido, el sistema sexo/género13 se considera un factor cultural y psicosocial central y se entiende como dispositivo de poder14. En esta línea el sujeto que enferma es conceptualizado como un sistema biopsicosocial dinámico: el sistema “sujeto/ sexo/género”2.
Desde esta perspectiva, la investigación se cuestiona por el género como un determinante psicosocial de la FM y se plantea la siguiente pregunta de investigación: ¿Cómo las organizaciones de pacientes de FM como nuevo contexto de apoyo y reconocimiento intersubjetivo posibilitan transformar la experiencia de dolor corporal cronificado en una experiencia psicosocial, relacionada con la transformación de la identidad de género? Dicho esto, el objetivo general de este artículo es analizar la forma en que personas con diagnóstico de fibromialgia y que participan en organizaciones de pacientes, transforman el malestar corporal en malestar psicosocial respecto a su enfermedad.
Se ha podido evidenciar la incorporación del género como variable en el estudio del dolor crónico y diagnósticos asociados durante los últimos años (por ejemplo FM o síndrome de fatiga crónica), en el contexto iberoamericano. Estos confirman la mayor prevalencia de cuadros de este tipo en mujeres15, así como también la relación de este tipo de cuadros con otros diagnósticos, tales como ansiedad y/o depresión16. Sin embargo, muchos de estos estudios encuentran un límite en el uso de la variable género descriptivamente y no analíticamente. Por lo mismo, no incorporan elementos de la perspectiva de género tales como su capacidad de organización de la vida social y las relaciones de poder14 entre otros. Por el mismo motivo, si bien los criterios establecidos en manuales diagnósticos pueden ser de utilidad, son al mismo tiempo insuficientes ya que diagnósticos como FM son diagnósticos de exclusión y que no pueden ser confirmados con pruebas objetivas17,18.
La organización sexista de la vida social genera unas fuentes específicas de vulnerabilidad y fragilidad diferenciadas según el sexo y el género19. Tres son las características fundamentales de una organización sexista occidental: La división sexual del trabajo, la construcción imaginaria, simbólica y material de las subjetividades de género y las relaciones sociales mediatizadas por esta categoría. Sin embargo, hay variaciones en las combinaciones de estas características que han dado lugar a distintos modelos sociales de género en el estado español y en otros territorios. En la actualidad, conviven cuatro modelos sociales de género que pueden interactuar entre ellos2. Se trata de los modelos tradicional, en transición, contemporáneo e igualitario, señalados en el análisis de resultados.
MATERIALES Y MÉTODOS
El presente es un estudio cualitativo, en tanto este tipo de aproximación a la investigación permite una comprensión del mundo, del fenómeno y del problema de investigación desde la perspectiva de quienes participan y viven cotidianamente la FM en este caso, experimentando sus efectos y sus malestares día a día20. En cualquier lugar que exista un grupo de personas con una vida en común, se desarrolla una forma de vida en sí misma que cobra sentido y significado21. Dado que el interés en este artículo es acercarse y comprender los tránsitos subjetivos de mujeres que padecen dolor cronificado con diagnóstico de FM, migrando de un malestar corporal a un malestar psicosocial, se quiere comprender sus lugares iniciales y finales de las trayectorias, y también sus procesos, caminos, y complejidades, siendo así lo cualitativo una herramienta privilegiada para esta forma de trabajo22.
Para el levantamiento de información se ha escogido la técnica de los grupos focales, con participantes de organizaciones de pacientes con diagnóstico clínico de FM. En los grupos focales se pueden distinguir los grupos focales clínicos23,24 que se han utilizado en esta investigación, en tanto proveen a las personas investigadoras de insights respecto a los aspectos psicológicos de los sujetos participantes.
Respecto a la constitución de los grupos focales, la muestra de personas entrevistadas eran personas diagnosticadas clínicamente con FM de hace más de tres años, y también personas que participan desde hace al menos dos años en algún tipo organización de pacientes de FM, con un papel protagonista y activo en la vida pública y privada de las afectadas. Las participantes procedían de servicios públicos, predominantemente primarios y secundarios, pertenecientes a la comunidad autónoma de Cataluña, una de las más activas en esta problemática25. El trabajo de campo fue realizado entre marzo del 2010 y enero del 2012.
En este estudio se ha diseñado una muestra estratégica de grupos focales a partir de los distintos tipos de organización existentes y de forma proporcional a la presencia en el territorio. La muestra final se compone de un total de 10 grupos focales, conformados por 85 personas, de las que solo 5 son varones. Cada grupo estuvo compuesto por entre 7 y 10 personas. Los grupos focales quedaron constituidos de la siguiente manera:Siete grupos focales con integrantes de ACAF (Asociación Catalana de Afectados por la Fibromialgia), la organización más numerosa en Cataluña. Los grupos se han construido según el criterio de equilibrar asociaciones de zonas urbanas grandes y de poblaciones pequeñas.
Dos grupos focales a partir de Grupos de Ayuda Mutua (GAM) de FM que son independientes entre ellos y también independientes de ACAF.
Un grupo focal a partir de un grupo psicoterapéutico de FM. Estos son poco frecuentes pero existen, contando con el acompañamiento voluntario de un médico y una enfermera pertenecientes a un servicio público.
Como estrategia de análisis se utiliza el análisis de contenido25-27 incorporando un enfoque de género en salud, y con la ayuda del programa ATLAS-ti 6.0.
La estrategia de análisis de contenido utilizada es de carácter cualitativo e interpretativo, en tanto así es posible tanto describir cómo interpretar las trayectorias transformativas del malestar corporal al malestar psicosocial en pacientes con diagnóstico de FM. Asimismo, se utilizó una estrategia de codificación inductiva, vale decir producir las categorías de análisis a partir de los relatos y respuesta que emergen en los grupos focales para la elaboración de categorías. La categorización inductiva favorece el desarrollo de procesos interpretativos por parte de las personas investigadoras, mediante la lectura y la revisión del material25.
Declaración de Aspectos Éticos
Antes de los Grupos Focales se explicaron los objetivos del estudio, y se obtuvo el consentimiento informado, garantizándose a los informantes la confidencialidad y anonimato en la recolección y análisis de la información. La participación en los grupos focales fue voluntaria. En todo momento el proyecto adhirió de forma total a la Declaración de Helsinki, evaluando permanentemente la relación costo-beneficio del estudio para las personas, y la protección de grupos vulnerables específicos.
RESULTADOS
Dolor y diferencia sexual biológica
Aunque la FM afecta mayoritariamente a mujeres, cuando las afectadas hablan, al inicio de los grupos focales, sobre las posibles causas del malestar, y a pesar de hablar respecto a ellas explícitamente con una declinación femenina, no se refieren a su experiencia vital y condición de mujeres como factor psicosocial. En su lugar, la mayoría de veces aluden a factores biológicos diversos (por ejemplo, causas genéticas, neuropsicológicas, virales, etc.) y a la diferencia sexual biológica.
“Yo siempre pienso que tiene que haber algo en el organismo nuestro que sea diferente al de ellos (…) yo pienso, dentro de mí, que es que en nosotras hay algo, un líquido o yo que sé, qué provoca esto” (GP).
En el relato, la emergencia del dolor en el cuerpo es construida como ajena al sujeto y a su posición subjetiva, escenificándose la escisión cuerpo-mente cartesiana, que es propia del paradigma biomédico y, por supuesto, también es ajena a lo social y cultural.
“Yo era feliz en mi vida hasta que me llego esta putada, le tenía rabia a mi cuerpo porque me dolía” (GP).
“Con el cáncer sabes que te curas (...) de la FM sabes que ni te curas y que te fastidia, te fastidia de por vida. (...) Te va matando poco a poco; te mata ilusiones; ¡te cambia la vida total!” (GFA1).
Identidad de género normativa y vulnerabilización del yo
Cuando se pregunta explícitamente en los grupos focales sobre la experiencia, los ideales y las expectativas en relación al hecho de ser mujeres a través de la trayectoria vital y los contextos de vida, sin establecer ninguna relación directa entre la FM y ésta, el resultado es la presencia de un relato muy repetido en el que destaca la conciencia de haber vivido en el pasado, en una posición subjetiva de seres para otros sin haber establecido límites, en contraposición a la posición de ser de si28:
“Nunca he sido niña porque cuando era pequeña (...) tenía que lavar la ropa de mis hermanos y mis primos, mi abuela me enseñaba a lavar, fregar; o sea, que yo recuerdo estar cuidando siempre, primos y hermanos” (GP).
“Primero era la madre, luego el marido y luego los hijos. Porque de alguna manera te imponen cosas. Entonces tú nunca has sido tú” (GFA4).
Participación de modelos de género tradicional y en transición
De los cuatro modelos sociales de género vigentes en las sociedades occidentales, hay dos que interpelan especialmente a las mujeres afectadas por la FM, el modelo tradicional y el modelo en transición. La diferencia fundamental entre ambos es la división sexual del trabajo. En el tradicional, esta división es general; en el modelo en transición, la división se mantiene sustantivamente en el espacio privado en relación a las tareas de cuidado y domésticas, pero se flexibiliza en relación al público en el sentido que las mujeres participan de trabajos remunerados. En este sentido, este modelo de transición genera contradicciones y ambivalencias en relación a las identidades de género y crea tensiones en las relaciones sociales.
En el caso de las mujeres diagnosticadas con FM, ellas han crecido introyectando el modelo tradicional. Y, posteriormente, cuando ya han sido adultas, han incorporado el modelo en transición supuestamente más igualitario. Dicha superposición intensifica las contradicciones y conflictos vitales de ambos modelos.
“Y la comida, y la ropa, y cinco que éramos en mi casa, y la niña seis y lo hacía yo todo. No me ayudaban nada” (GP).
“Me dejé una cosa que para mí me encantaba y era mi carrera de música (...) pero lo dejé, ves, por ayudar demasiado a los demás, por entregarme demasiado a los demás” (GP).
El modelo en transición es en cambio la elección deseada voluntariamente, y es el denominador común de las familias de las personas entrevistadas, a lo largo de un periodo largo de su vida adulta. Este modelo acostumbra a ser el escenario de la emergencia del dolor y el diagnóstico de FM.
“Ibas de vacaciones y me iba con el teléfono, la responsabilidad continuaba, o sea… Yo en mi caso no he vivido para mí, he vivido para trabajar (...) pienso que mi trabajo era como una adicción y la familia era la continuación de la adicción” (GFA5).
“Hemos sido mujeres que hemos tenido que batallar con el hombre que no ayuda en casa, y hemos tenido que llevar una vida fuera de casa, una doble vida, sin la ayuda ni comprensión ni de la generación anterior ni de la nuestra” (GFA2).
Vulnerabilidad psicosocial y dolor corporal
La subjetivación de género en los contextos de desigualdad señalados, no puede sino ser fuente de vulnerabilidad, que en el caso de este trabajo se expresa a través de una vulnerabilidad física. Se trata de un dolor corporal facilitado por la expansión actual de la biomedicalización de la vida4 en la que el malestar no se relaciona directamente con un sentido particular de la experiencia vital y subjetiva sino con el organismo.
“El dolor yo lo tengo siempre, me acuesto con él y no duermo, que esto es muy malo, y me levanto con él” (GF7).
“El día que tienes mucho dolor, que lo aguantas porque no tienes otra, es que no sabes ni hablar, se te va la memoria, no sabes hablar y te irritas más” (GF8).
Por otra parte, dicha vulnerabilidad intercede en el desempeño del rol de género “ser para otros” y en la expresión de la identidad de género, lo que genera culpabilidad y aumenta el dolor.
“Me siento culpable de tener que llevar semanas... como esta semana que no me encuentro nada bien, me encuentro muy jorobada, tener que llevar a por planchar. Y me siento mal, culpable, inútil” (GP).
“Fastidias a los demás. Les cambias la vida” (GFA5).
Yo estigmatizado
A la pregunta sobre la respuesta social ante del dolor limitante, se responde que resulta ininteligible e invisible para el entorno, que conduce a la creación de un estigma social el cual construye a las personas afectadas como diferentes, hasta el punto de hacerles creer que son mentirosas, vagas, resentidas, locas, etc.:
“Vas a un médico, te hacen una radiografía y te dicen: sí que tienes una artrosis pero no responde al dolor que usted dice que tiene. Te manda a otro. Le dices el mismo problema, porque tienes aquél y no le puedes explicar otro, y te das cuenta de que te están mirando, mientras se están riendo” (GP).
Este estigma también está presente en las inspecciones médicas, donde se dirimen derechos sociales de prestaciones económicas por invalidez:
“Incluso el ICAM te cuestiona, que eres una vaga, ¡después de que has dejado tu vida! (…) ¡Es vergonzoso! y me he tenido que justificar delante un médico que me cuestiona como persona” (GF3).
Se abre una brecha profunda entre el conocimiento experto y el conocimiento experiencial silenciado de las afectadas.
Organizaciones de afectadas y empoderamiento del yo
Cuando se pregunta sobre la aportación de las organizaciones y asociaciones a la vida de las pacientes, surgen diferentes temas. De entrada, se observa que ayudan a diluir el estigma social, a través del diálogo intersubjetivo y del apoyo y reconocimiento mutuo que proporciona:
“Yo tenía miedo. Pensaba que me estaba volviendo loca de verdad, porque es lo que me estaban machacando. Después te das cuenta que a otras personas les pasa lo mismo” (GF6).
Para que esto ocurra, la asociación es construida como rompedora con el encierro y el aislamiento domésticos, propio del modelo de género tradicional:
“Ser de la asociación te permite salir de casa, sino muchas nos quedaríamos en casa” (GFA3).
Además, es frecuente que el dolor se transforme en dolor subjetivo, ya que en el discurso sobre la asociación aparece la dimensión emocional de la experiencia, el placer y el disfrute, así como el displacer (el servicio obligado y continuado a los demás):
“Yo estaba fatal y cuando volví al médico después de tres meses de ir a la asociación, y me dice ¿cómo estás? le digo anímicamente muy bien (...) es verdad que me ha ido muy bien, me encuentro mejor” (GFA9).
“Aquí nos olvidamos de todo, del exterior, de todos nuestros males y disfrutamos este momento” (GFA5).
Paradójicamente, la naturaleza del dolor cambia en algún grado y no cambia, pero parece transformarse y diluirse su cronificación. El intercambio entre iguales en la asociación, legitima al sujeto para que escuche su cuerpo y lo piense como parte de una misma, y no como escindido del yo.
“Tu cuerpo te dice que no, y tú también dices no, esto no lo hago, pero antes” (GFA2).
“Antes no podías pero no decías que no, lo hacías” (GFA2).
Dicha integración del cuerpo en el yo conduce a inaugurar e ir construyendo un espacio propio subjetivo, el cual permite transformar la experiencia de dolor corporal en una experiencia psicosocial. Lo que conduce a cuidarse a sí misma un poco más, e ir empoderándose29.
“Yo pienso que las mujeres estamos muy estresadas, más que los hombres. Los hombres van a trabajar, llegan a casa y la mayoría se tumban en el sofá. Pues nosotras no, las de nuestra generación, no descansamos ni tenemos tiempo propio” (GFA5)
“Me gustaba todo bien puesto, y limpio, y todo bien hecho (...) ahora una cosa buena que he aprendido con el tiempo, y la asociación, es a decir que no, que no puedo o no quiero, y a cuidarme” (GFA8).
Se observa cómo este proceso de empoderamiento (que consigo viene la posibilidad de decir no y cambiar la vida cotidiana) permite en algún punto, transformar la narración inicial sobre la diferencia sexual biológica como causa del dolor. Ésta queda desplazada por una consciencia incipiente de desigualdad de género que abre posibilidades de agencia y de transformación social mayores.
DISCUSIÓN
A pesar de las críticas recibidas, los resultados muestran que la salud y el bienestar siguen estando bajo la tutela hegemónica de la aproximación biopsicomédica, la cual en general restringe y limita las formas de describirla, explicarla e intervenir sobre ella. Esto es especialmente cierto en relación a malestares emergentes, como la Fibromialgia en la que lo bio es un argumento débil, y que surgen en las sociedades occidentalizadas, neoliberales y tecnologizadas.
Cuando el dolor se cronifica sin causa aparente la vida se trunca, pero los sistemas de salud basados en perspectivas biomédicas no ofrecen explicaciones ni tratamientos específicos, razón por la cual el estigma social está servido, y más cuando afecta específicamente a un colectivo psicosocialmente vulnerable. Estudios como el de Bustillo-Guzmán et al29 y Campos-Arias y Herazo30 muestran resultados similares en problemas relacionados, cuando no se incorporan variables y dimensiones psicosociales en situaciones de riesgo y vulnerabilidad. Las organizaciones de afectadas surgen como producto de este vacío. Los resultados evidencian cierto desplazamiento desde una subjetivación de género normativa hacia el empoderamiento así como una emergente toma de consciencia sobre la desigualdad de género, a partir de la participación en dichas organizaciones. Esto supone cierta transformación de la experiencia del dolor corporal en experiencia psicosocial, la cual ayuda a deshacer el proceso de cronificación del dolor al convertirse en experiencia vital con un sentido específico.
Respecto a los discursos de las pacientes afectadas pueden distinguirse dos aspectos diferentes. El primero es que en estos discursos puede leerse una reproducción de los discursos biopsicomédicos androcéntricos hegemónicos, en la que se adopta una posición de objeto y no de sujeto de experiencia. Este se convierte en un factor que dificulta la recuperación y agudiza el padecer. Sin embargo, el segundo aspecto involucra la emergencia de un discurso donde emerge un nuevo dolor subjetivo, acumulado en sus trayectorias vitales, que expresa una subjetivación normativa de género. Subjetivación que se corresponde con un estilo de vida en el que no hay espacio subjetivo propio, lo que desde el enfoque de género en salud, se explica cómo la presencia de un conflicto interior continuo entre los mandatos sociales de género de servir al otro y las necesidades particulares. Aunque se trata de un conflicto inconsciente, puesto que la identidad de género está regulada por mandatos y normas sociales que el sujeto incorpora como si se tratara de deseos propios, con el fin de obtener reconocimiento social, aunque sea a partir del sometimiento31. Trabajo como el de MontesóMurto32 ha mostrado la importancia de incorporar un enfoque de género en salud no solo en el tratamiento del dolor crónico y la fibromialgia, sino también en otros problemas de salud como el estrés y la depresión.
El estudio muestra que urge introducir con mayor determinación y profundidad, en la definición y organización del cuidado de la salud, el análisis del impacto de factores psicosociales no saludables, entre ellos los distintos modelos sociales de desigualdad de género, adaptados al contexto. Resultados similares pueden encontrarse en estudios realizados con personal médico en el trabajo con fibromialgia, en el cual declaran la poca preparación que hay para tratar de esta naturaleza33. Así como re-pensar la intervención en coherencia con esta perspectiva, para que el abordaje no sea meramente psico-farmacológico y/o basado en la terapia cognitivo-conductual, hegemónica en España, cuyo efecto muchas veces es psico-patologizador, cronificando el dolor. Este cambio supone un gran desafío, que es la articulación efectiva entre las Ciencias Sociales y Humanas y las Ciencias de la Salud en el abordaje de la experiencia de malestar contemporánea. Sin ésta, los malestares emergentes quedan desamparados, siendo responsabilidad de los/as profesionales involucrados reconocerlos y mitigarlos.
DECLARACIÓN SOBRE CONFLICTO DE INTERESES
Este artículo pertenece al proyecto “Les veus silenciades en temps “d’igualtat. El dolor des d’una perspectiva de gènere” financiado por el Institut Catala de Dones, organismo público dependiente de la Generalitat de Catalunya. Sin embargo, el proyecto se ha realizado con total autonomía, sin tener conflictos de interés en sus procesos y resultados.
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Para citar este artículo: Pujal i-Llombart M, Mora-Malo E, Schöngut-Grollmus N. Fibromialgía, desigualdad social y género. Estudio cualitativo sobre transformación del malestar corporal en malestar psicosocial. Duazary. 2017 enero; 14 (1): 70 - 78
Recibido en junio 16 de 2016
Aceptado en agosto 08 de 2016