Clío América / Vol. 17, No. 33 / 137 – 146
https://dx.doi.org/ 10.21676/23897848.5208
María Alejandra Zabala-Murillo1
,
Keila Paola Lobo-Anaya2
y
Amanda Vargas-Prieto3
1. Mag. Universidad del Magdalena. Colombia. Email: mariazabalaam@unimagdalena.udu.co
2. Mag. Universidad del Magdalena. Colombia. Email:keilalobopa@unimagdalena.edu.co
3. PhD. Universidad del Magdalena. Colombia. Email: avargasp@unimagdalena.edu.co
Para citar este artículo: Zabala Murillo, M. A., Lobo Anaya, K. P. y Vargas-Prieto, A. (2023). Los tres roles de la mujer rural en el desarro-llo de los territorios; productivo, reproductivo y comunitario. Clío América, 17(33), 137-146. https://dx.doi.org/ 10.21676/23897848.5208
Recibido: 21 de octubre de 2022
Aceptado: 16 de enero de 2023
Publicado en línea: 31 marzo de 2023
El objetivo de esta investigación es identificar el rol de la mujer rural en el departamento del Magdalena. Para tal fin, se adoptó la metodología cualitativa con un diseño de tipo narrativo y se realizó triangulación a través de los diarios de campo, los talleres en los grupos focales y las historias de vida. Como resultado, se encontró que las mujeres participantes ejercen los tres roles de la mujer rural. El nivel educativo se relacionó con la forma en que las mujeres ejercieron su maternidad. A nivel socioeconómico, el ejercicio del rol reproductivo se dificulta cuando las mujeres son jefas de hogar, en cuyo caso el rol inicia como una necesidad y no como una proyección de vida. En cuanto a las condiciones laborales, se detectó discriminación basada en género, una baja representación de las mujeres en los procesos de toma de decisiones dentro del proceso productivo y una creciente vinculación de mujeres dentro del sector bananero del departamento del Magdalena.
The objective of this research is to identify the role of rural women in the department of Magdalena, for this purpose, the qualitative methodology was adopted with a narrative type design. Triangulation was carried out through field diaries, focus group workshops and life stories. As a result, it was found that rural women perform the three roles of rural women. The educational level was related to the way in which women exercised their maternity. At the socioeconomic level, the exercise of the reproductive role is made difficult when women are heads of household, in these cases this role begins as a necessity and not as a projection of life. Regarding working conditions, gender-based discrimination was detected, a low representation of women in decision-making processes within the productive process and a growing involvement of women within the banana sector of the department of Magdalena.
Aun cuando el sector agropecuario posee el mayor porcentaje de mujeres rurales empleadas, la distribución y la participación de estas sigue siendo baja. Así lo demuestra el hecho de que, para el mismo sector, la incidencia de los hombres es del 71 %, lo cual deja en evidencia la disparidad de género laboral (Departamento Administrativo Nacional de Estadísticas - DANE, 2020).
Por su parte, los principales cultivos de exportación en el país poseen una tasa de participación de la mujer rural muy disímil, es decir, la distribución en porcentajes de mujeres con respecto a hombres no se mantiene entre diferentes tipos de sectores agrícolas. Por ejemplo, el cultivo de flores frescas ofrece la mayor cantidad de puestos de trabajo para las mujeres, con una participación de mano de obra del 80 % del total de sus trabajadores (García, 2019), seguido del sector cafetero, con 22 000 mujeres productoras, lo que representa el 30 % de productores de la industrial (Cardona, 2018). En tercer lugar se posiciona el gremio palmero, el cual genera 9540 empleos directos, esto es, el 14,1 % de todos los empleos directos que ofrece el sector (Federación Nacional de Cultivadores de Palma de Aceite - Fedepalma, 2019). Finalmente, muy por debajo de los cultivos de flores frescas, café y palma de aceite, se encuentra la industria bananera, en la que solo el 7 % de puestos laborales son ocupados por mujeres a nivel nacional (Cooper, 2015).
Dentro del sector bananero, en particular, se han identificado unas problemáticas. Gómez (2004), por ejemplo, señala el acoso sexual, la violencia doméstica, el cuidado de los niños y la división de trabajo doméstico, la falta de representación sindical, los problemas de salud y la brecha salarial como los principales problemas que deben sortear las mujeres en el sector.
Puntualmente, en el país las principales regiones productoras de banano se encuentran en Antioquia y Magdalena. En este último departamento, de acuerdo con el informe de la Asociación de Bananeros del Magdalena y La Guajira (Asbama, 2020), en 2019 el sector bananero contribuyó en un 43,7 % al PIB agrícola departamental con 12 975 hectáreas en producción y aportó a la empleabilidad del departamento en un 8,66 %. Ahora, si bien estos indicadores regionales resultan alentadores para las estadísticas departamentales, el sector bananero magdalenense no cuenta con una línea base que permita conocer la distribución de cargos por género, de manera que se identifique el total de mujeres que participan y los roles que desempeñan en la producción del banano. Por lo tanto, la pregunta de la presente investigación es “¿Cuál es el rol de la mujer rural en el departamento del Magdalena?”.
El presente artículo se divide en tres partes. La primera ofrece una revisión de la literatura, la segunda describe la metodología, y la tercera expone los resultados encontrados.
Aun cuando a nivel mundial no existe un concepto universal sobre ruralidad, la definición al respecto es relevante a la hora de hacer investigaciones sobre mujer rural porque permite identificar a los sujetos de estudio por su lugar de residencia (Valenciano et al., 2017). Históricamente, lo rural fue permanentemente interpretado como lo atrasado, tradicional, agrícola, rústico, salvaje y resistente a los cambios, siempre opuesto al modelo ideal o parámetro de referencia: lo urbano (Romero, 2012). Sin embargo, el panorama teórico de la ruralidad se ha transformado en la actualidad, lo que ha permitido repensar el concepto y su complejidad. Bajo el enfoque de “nueva ruralidad”, la zona rural es entendida
como un conjunto de regiones o zonas cuya población desarrolla diversas actividades o se desempeña en distintos sectores, como la agricultura, la artesanía, las industrias pequeñas y medianas, el comercio, los servicios, la ganadería, la pesca, la minería, la extracción de recursos naturales y el turismo, entre otros (Perez, 2001, p. 23).
La Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO, 2002) ha establecido nueve categorías de mujeres rurales con relación a las actividades productivas que desempeñan. No obstante, esta clasificación solo tiene en cuenta las actividades productivas y excluye otras funciones que también desempeñan las mujeres como lo son líder social, madre, esposa o consejera comunitaria (Buendía-Martínez y Carrasco, 2013).
Las diferentes capacidades y actividades que realizan las mujeres han sido descritas con anterioridad a partir de la propuesta de roles de género, la cual permite ampliar la conceptualización de las mujeres rurales más allá de solo capacidades productivas, proponiendo tres roles: reproductivo, productivo y comunitario. Este triple rol de la mujer también lo exponen Bedoya y Velásquez (2020) en su análisis de las condiciones socioeconómicas y de participación laboral de la mujer rural en Colombia. Estos autores exponen que las mujeres rurales contribuyen de manera relevante en la construcción de una sociedad y que desempeñan roles no observables y no remunerados como lo son la educación, la formación y la nutrición de los hijos y los cultivos de autoconsumo que contribuyen al mejoramiento interno del sector y de la comunidad. Por su parte, también es importante destacar la apreciación realizada por Guana (2019) sobre la coexistencia de los roles de la mujer rural.
También cabe tener en cuenta que existen mujeres que se autorreconocen como tales independientemente de su genitalidad. Se incluyen, por tanto, dentro del reconocimiento de las mujeres rurales a las trans y a aquellas que se encuentran en su tránsito identitario y se identifican con el género femenino. A su vez, es importante aclarar que dentro de la definición de mujer rural existen nuevas categorías y determinantes como lo son los roles de género y la identidad de género.
Con base en la figura 1, el concepto de mujer rural posee dos determinantes. El primero agrupa la identidad de género, donde se incluyen a todas las mujeres que se autorreconocen como tales, es decir, mujeres cisgénero cuyo sexo biológico corresponde con la identidad de género y mujeres trans. A partir de esa autodeterminación, pueden desempeñar tres roles: reproductivo, productivo y comunitario. Por otra parte, el segundo determinante se refiere a la identificación de las mujeres con base en la zona de residencia y origen; en este caso particular: el medio rural.
Las variables socioeconómicas que se eligieron dentro la investigación para analizar el perfil socioeconómico de las mujeres rurales en el sector bananero son: los niveles de educación y especialización, el estado civil, la composición del hogar, categoría del empleo rural agrícola al que se dedica, los ingresos, la propensión al ahorro y la distribución horaria de las labores del hogar. En general, la identificación de las características demográficas, socioeconómicas y de seguridad y salud en el trabajo de las mujeres rurales resultan fundamentales para entender el estado de sus necesidades, los retos que enfrentan por el hecho de ser rurales y los limitantes que poseen para alcanzar una vida digna.
Tomando en consideración los diferentes diseños de investigación y las formas en las que se puede abordar el objeto de estudio, se decidió adoptar un diseño de tipo narrativo. Además, el tamaño de la muestra se seleccionó por conveniencia gracias a que las autoras se encontraban participando dentro de un proyecto de apoyo profesional suscrito entre la Pastoral Social Cáritas Colombiana y la Red de Mujeres Rurales del Magdalena (Redmurumag). De esta manera se pudo acceder a 21 participantes que cumplían con la condición de ser mujeres rurales agricultoras de diversos cultivos, incluido el banano.
Las integrantes de la asociación Redmurumag desempeñan distintos roles dentro del medio rural, entre los cuales se destaca su papel comunitario a través de su incidencia política por los derechos de las mujeres rurales en el Magdalena. No obstante, con el propósito de contrastar la información y mejorar la calidad a los datos suministrados, se incluyó en el estudio a dos mujeres rurales trabajadoras en la producción de banano tipo exportación que no se encontraban asociadas a la red mencionada.
Para efectos de recolección de información, esta investigación usó tres técnicas. La primera fue la observación, en la que se utilizó un diario de campo. En la tabla 1 se presentan las visitas realizadas por las autoras y el diario de campo que corresponde a cada una.
La segunda técnica de recolección de información fue el grupo focal, utilizando como instrumento el taller tipo entrevista grupal. Finalmente, la tercera técnica fue la historia de vida, con el apoyo de una guía de entrevista cuya construcción tuvo en cuenta las variables que determinan las condiciones demográficas, socioeconómicas y de seguridad y salud en el trabajo de las mujeres, en conjunto con las variables de trabajo decente.
El concepto de mujer rural propuesto en esta investigación posee dos determinantes, las cuales fueron validadas en el trabajo de campo. La primera determinante contempla que las mujeres rurales se autorreconocen como tales por el medio de residencia, tal y como lo expresa una de las participantes al afirmar que la mujer rural es la “mujer que crece en el campo” (mujer rural, comunicación personal, 17 de marzo de 2022). Asimismo, en las historias de vida, Johana y Andrea reconocen su lugar de procedencia. Por ejemplo, Johana menciona que es de Orihueca, y Andrea, de Río Frio, ambos corregimientos del municipio de zona bananera.
Adicionalmente, en el grupo focal las mujeres rurales encontraron múltiples formas para describirse como tales, es decir, se definieron también por sus cualidades, virtudes y capacidades. Así se identifican como “mujer emprendedora, […] una mujer echa’ pa’ lante”, “una mujer emprendedora que le gusta sacar a la familia en adelante, con trabajo, haciendo empanadas, bollo, boli”. También, otra mujer afirma que la mujer rural es una “mujer berraca, trabajadora, que no le gusta ser mandada sino mandar, tener el don de yo puedo, yo quiero” (mujeres rurales, comunicaciones personales, 17 de marzo de 2022).
De las definiciones anteriores se rescatan dos elementos específicos. En primer lugar, la aceptación de su zona de residencia, es decir, el medio rural, el cual no limita o condiciona las capacidades y anhelos para su autodesarrollo. En segundo lugar, muy ligado al anterior, la capacidad de reinventarse en medio de sus situaciones particulares. Por tanto, en esta investigación se comprobó la teoría de que las mujeres rurales asumen un tripe rol: reproductivo, productivo y comunitario (Corredor, 2016).
En particular, la unidad y el apoyo encontrados entre las mujeres rurales que hacen parte de la red reafirma el rol comunitario de ellas y la importancia de esta función para sus vidas. Por su parte, en la historia de vida de Johana se muestra el perfil reproductivo: “soy madre soltera, tengo dos niñas, tengo una niña de 16 años y una de 14” (Johana, comunicación personal, 17 de mayo de 2022). Asimismo, Andrea expone que es madre y abuela porque tiene “tres hijos. La mayor tiene 20 años y ya tiene una beba de dos años; la segunda tiene 16 años, y el último tiene 15 años” (Andrea, comunicación personal, 17 de mayo de 2022).
Con base en la información obtenida, se valida el concepto de mujer rural propuesto. De tal forma, la mujer rural se define con base en su ubicación territorial, logrando identificar las diferentes características y oportunidades que ofrece el medio rural desde el enfoque de la nueva ruralidad propuesto por Perez (2001). En cuanto a identidad de género, son mujeres cisgéneros que ejercen el triple rol descrito: productivo, que se da cuando trabajan dentro del sector bajo las categorías de asalariadas temporales o permanentes; comunitario, expresado en las distintas formas de asociación, como es el caso de Redmurumag y, finalmente, reproductivo, donde se incluyen diversas maneras de ejercer la maternidad.
Al consultar sobre la educación, la mayoría de mujeres rurales que participaron en este proyecto respondieron que no habían terminado sus estudios de bachillerato. Por otro lado, dos mujeres realizaron estudios técnicos, y una mujer rural joven está próxima a graduarse de tecnóloga en Hotelería Turística en la Universidad del Magdalena. En resumen, el mayor grado educativo al que ha podido llegar la mujer rural es el de tecnóloga.
Con referencia a los derechos sexuales y reproductivos, se encontraron experiencias similares entre las mujeres rurales. Especialmente, las narraciones de las participantes mayores, de entre 48 y 59 años, reflejan cómo en sus tiempos de juventud existía una precaria educación sexual y se contaba con poca información sobre la planificación sexual y la maternidad:
Yo les soy sincera. Yo tuve cuatro hijos y nunca fue deseado, pero me vino y me llenó y ha sido lo más grande pa’ mí. Nunca fue planificado porque la educación de antes era diferente. Yo a mi mamá le preguntaba una cosa y me salía con otra cosa y nunca le dieron a uno las bases. Entonces todo fue así. Mira, con decirte que una vez vi a mi mamá indispuesta porque mi tía sí nos decía las cosas como eran, y entonces salió que se cortó porque estaba limpiando la carne para no decirme que era el periodo. Esa era la realidad de uno (mujer rural, comunicación personal, 16 de mayo de 2022).
De la misma forma, otra mujer comparte el nivel de desconocimiento que tuvo cuando inició su maternidad:
Imagínate que yo cometí un error: que cuando yo iba a parir a mi primer hijo yo le dije al médico que cómo iba a hacer con el pellejo que me sobraba, y me dijo “¿Quién le dijo a usted eso? Eso vuelve a su normalidad” […], [i]magínate tú la ignorancia tan grande (mujer rural, comunicación personal, 16 de mayo de 2022).
A pesar de esto, las mismas mujeres reconocen que ya existe más información sobre educación sexual y productiva, sobre todo en las generaciones actuales:
A uno lo criaron de esa forma. Antes no se veía lo que se ve hoy en día. Esta niñita le dice a uno hasta por dónde sale aquello y por dónde no se llega a aquello. Es la realidad (mujer rural, comunicación personal, 16 de mayo de 2022).
Antes engañaban a los pelaos con el cuento de que no que uno nace por el sobaco (axila), y uno se lo creía de pelao, y que lo traía la cigüeña. Ahora no. Ahora el pelao sabe por dónde va a salir (mujer rural, comunicación personal, 16 de mayo de 2022).
4. Para efectos de esta investigación y por la protección de datos personales, los nombres de Johana y Andrea no corresponden a los nombres reales de las mujeres entrevistadas.
Si bien esta información sobre los conocimientos de las nuevas generaciones acerca de la planificación sexual no es garantía para maternidades planificadas y deseadas, se perciben grandes cambios frente a temas que históricamente habían sido catalogados como tabúes. En este orden de ideas, se encontró que las variables nivel educativo y maternidad se relacionaron dentro de las narraciones.
Actualmente, no existe un consenso sobre las causas del embarazo adolescente, aunque la evidencia indica que existe una relación negativa entre fecundidad adolescente y nivel educativo. Sin embargo, esta información no permite concluir sobre la dirección de la causalidad, es decir, no se puede inferir que la deserción escolar sea la causa principal del embarazo precoz, o que el embarazo es el que trunca la trayectoria educativa (Flórez y Soto, 2006). Ahora bien, las narraciones de este estudio soportan el planteamiento de que la maternidad es una consecuencia de las condiciones sociales de las mujeres, más que una causa de la deserción escolar, tal y como se presenta en el relato de Andrea:
Terminé mis estudios de primaria; después, mi secundaria, porque yo soy bachiller, o sea, tenía aspiraciones como todo… O sea, sí pensaba en estudiar. Quería estudiar Ingeniería Agrónoma. No se me dio la posibilidad porque no tuve ese apoyo así de mi papá, que digamos que ya terminaste el bachillerato y hasta ahí te quedas y… resulta que como yo salí embarazada a los 17 años; entonces por eso, o sea, ningún hijo es impedimento para que uno estudie, cierto, pero si uno no tiene el apoyo de los padres, entonces uno no puede salir adelante. Al igual, bueno, yo me gradué a los 18 años (Andrea, comunicación personal, 17 de mayo de 2022).
Teniendo en cuenta la experiencia de Andrea, se identifica que el embarazo no es la causa de la continuación educativa puesto que después de quedar embarazada culminó su bachillerato. No se puede afirmar, por tanto, que la maternidad condicione la continuidad educativa dado que hay otros factores, como el apoyo económico y el acompañamiento familiar, que influyen directamente sobre la preparación académica de las mujeres rurales. Estos aspectos los presenta Andrea a través de su historia en paralelo a la de su hija:
mi hija se graduó el año pasado, […] la mayor porque ella, a pesar de que también quedó embarazada, ella vive con el papá de su hija. Yo le pagué los estudios. Está haciendo un curso de peluquería […] (Andrea, comunicación personal, 17 de mayo de 2022).
En este caso se muestra cómo el acceso al trabajo permite mejorar las condiciones socioeconómicas de Andrea y de su familia. A su vez, esta experiencia respalda también la propuesta de que la mujer rural se inserta dentro del sector de forma alternativa: en esta oportunidad, porque la mujer necesita acceder a recursos para responder a las necesidades básicas de su hogar. Es decir, el trabajo dentro del sector no surge como una motivación propia para lograr crecimiento personal, sino como una necesidad de vida. Este patrón se presenta especialmente en las mujeres cabezas de hogar, que se sirven de la facilidad de acceso a un trabajo dentro del sector bananero para poder percibir un ingreso.
El estado civil de las mujeres rurales participantes en este estudio se clasificó dentro de las categorías de unión libre (el 80 %) y madres solteras (el 20 %). Estas últimas tienen a cargo a sus hijos y responden tanto económicamente como por el cuidado de sus hijos, dividiendo su tiempo entre trabajo productivo y reproductivo.
Asimismo, se encontró que las mujeres rurales pertenecientes a la Redmurumag destinan muchas horas al cuidado del hogar y que la gran mayoría de ellas viven en unión libre. También se pudo evidenciar que estas mujeres superan el promedio de la carga total de trabajo no remunerado en Colombia, que está alrededor de ocho horas y 33 minutos diarios promedio para las mujeres que viven en centros poblados y rural disperso (DANE, 2022).
La jornada de las mujeres de la Redmurumag empieza desde muy temprano. Se levantan en promedio aproximadamente a las 4:00 a. m., y quienes tienen pareja deben prepararle el desayuno para que pueda irse al trabajo. Luego, atienden a sus hijos, los alimentan y los arreglan para que vayan al colegio. Una vez quedan solas en sus casas, comienzan a realizar los quehaceres (barrer, cocinar, lavar platos y ropa) hasta que, en la tarde, hacen la cena y atienden nuevamente a sus parejas y a sus hijos hasta en promedio las 9:00 p. m., cuando se van a dormir. Revisando las narraciones de las mujeres de la Redmurumag, se encuentra:
Yo ahora me estoy levantando a las 6 a. m. porque el esposo mío no está trabajando, pero cuando él trabaja me levanto a las 3 a. m. para hacer el desayuno. Entonces me levanto a las 6 a. m., cojo a los pelaos y los atiendo para que se vaya uno para el hogar, uno para el colegio. Después barro, lavo chismes, hago lo que sea en la casa. Allá dejé ropa lavando. Después que lavo voy a buscar al niño al hogar, cocinar, termino la cena y, si está la sala sucia, toca barrer otra vez y atender a los pelaos otra vez (mujer rural, comunicación personal, 16 de mayo de 2022).
En el caso de los hogares maternofiliales, si bien siguen destinándose varias horas a las labores del hogar, estas han disminuido por la necesidad de manutención de la familia, como en el caso de Johana y Andrea. Esto contrasta con las realidades de las mujeres de la Redmurumag, porque Johana y Andrea han tenido que delegar muchas tareas domésticas a sus hijas. En el relato de sus historias de vida, estas dos mujeres muestran su rutina diaria: salen de sus casas alrededor de las 5:30 a. m. para ir trabajar y dejan a sus hijas e hijo solos en casa, y estos se alistan para el colegio. Cuando sus hijos regresan de clases, estos deben realizar los quehaceres como el aseo, cocinar sus propios almuerzos y lavar los platos. Al finalizar la tarde, esperan a que su mamá regrese de la jornada laboral, aproximadamente a las 6:00 p. m., aunque este horario es un poco cambiante y algunos días pueden retornar más tarde.
Lo anterior no significa que el trabajo productivo remunerado elimine las labores del hogar; lo que se muestra es que en cierta forma se busca equilibrio entre ambos roles, pero en algunas situaciones las mujeres, en especial las jefas de hogar, se ven obligadas a delegar actividades y trabajo doméstico a sus hijas por la necesidad primaria de garantizar ingresos a sus familias. En cualquiera de los dos casos, el trabajo reproductivo, definido por Ramírez et al. (2018) como aquel que es consignado a satisfacer las necesidades de las familias, sigue siendo delegado a la mujer porque lo desempeñan ya sea la madre o una hija, tal y como lo expone Larrañaga et al. (2004). Esto reafirma el rol reproductivo y la importancia de esta labor para la supervivencia de la sociedad.
El diálogo social incluye la capacidad de asociación como característica fundamental del trabajo decente. Dicha capacidad de organización de las mujeres se puede analizar bajo la estructura de la Redmurumag. A través de este colectivo, se ha demostrado que las mujeres pueden abrir espacios de participación reales y hacer incidencia política para visibilizar sus derechos ante Gobiernos locales, como en la creación de emprendimientos y actividades agrícolas que permiten el ejercicio del rol productivo.
A continuación, se presentan algunos ejemplos donde se muestra cómo las mujeres, a través de la capacidad de asociación, pueden movilizarse y exigir sus derechos:
identificamos que no había espacios de verdad para la participación de la mujer, que había una ventanita por allá que encontramos, que fue en la formulación de las políticas públicas de la mujer. Entonces, entre todas, decidimos crear esta organización para poder hacer incidencia y lograr que se abran los espacios de participación para la mujer. Fuimos creadas en el año 2018 y legalizadas en el año 2019, tenemos nuestra cámara de comercio, nuestro RUT, todo ese tema (mujer rural, comunicación personal, 8 de noviembre de 2021).
La experiencia de la Redmurumag demuestra que su conformación no se da como respuesta a una mera necesidad de intercambio económico, sino que surge desde una perspectiva política, que permite, como lo exponen Dávila et al. (2018), priorizar las necesidades reales de la vida de las mujeres y subsanarlas a través del diálogo político. En el caso puntual de las mujeres de la Redmurumag, este diálogo les dio la posibilidad de proyectar sus necesidades como mujeres rurales e incidir sobre la política pública de la rural que se estaba diseñando pero que las excluía.
La asociatividad bajo los principios de economía solidaria fomenta dentro de un mismo plano el desarrollo integral del ser, de la sociedad, de la economía y del ambiente (Dávila et al., 2018). Esta interconexión desde diferentes enfoques es lo que han logrado las mujeres de la Redmurumag a través de su incidencia política, el diálogo social y el trabajo comunitario, tal y como se expone a continuación:
Actualmente, lo último en lo que estamos, estamos haciendo incidencia para evitar cualquier tipo de violación de nuestros derechos, y tenemos el tema de la sostenibilidad ambiental como una posibilidad para fortalecer el tema de mujer rural. También, hicimos una alianza con la Pastoral Social y con el banco de alimentos, y a través de esa alianza obtenemos productos no perecederos a bajo costo; digamos, un aporte solidario que comercializamos para que las personas de zonas más marginales puedan acceder a esos productos de primera necesidad. En esa alianza estamos beneficiando a más de 300 familias de la zona rural. Estamos fortaleciéndonos a través de la acción comunitaria (mujer rural, comunicación personal, 8 de noviembre de 2021).
La asociación también es un medio que posibilita el desarrollo personal y la inversión en capital humano a través de la capacitación y la educación. Así lo exponen las mujeres de la red:
También hemos recibido capacitaciones. [A] la última, mínimos especiales para la paz, fuimos invitadas por la Pastoral. Tuvimos a dos representantes. Hicieron parte del proceso de los mínimos necesarios para que pueda haber paz. Esa fue la última capacitación. También tuvimos capacitación en políticas públicas; también tuvimos una en manipulación de alimentos; también en fortalecimiento del liderazgo, buscando que podamos representar a la comunidad y a las familias (mujer rural, comunicación personal, 16 de mayo de 2022).
En el medio rural, la asociación es una de las mejores herramientas que tienen las mujeres para mejorar su calidad de vida y la de su comunidad. Este tipo de agrupaciones bajo los principios de economía solidaria permiten unir esfuerzos comunes y visibilizar necesidades reales que de forma individual sería muy difícil exponer, como es el caso de las mujeres rurales de la Redmurumag. La experiencia de esta organización es especialmente importante y puede servir como modelo para futuras asociaciones de mujeres dentro del sector bananero.
En la presente investigación se encontró que las mujeres trabajadoras en la producción de banano en el Magdalena se identifican como mujeres rurales y que además de ello ejercen los tres roles de la mujer rural. Además, el nivel educativo se relacionó con la forma en que ellas ejercieron su maternidad. Así, en general, las mujeres afirmaron haber crecido con gran desconocimiento sobre la maternidad por la falta de educación en derechos sexuales y reproductivos. Ahora bien, se cree que el bajo nivel educativo es una consecuencia de los bajos recursos económicos y de la falta de apoyo familiar más que de la maternidad no planificada.
A nivel socioeconómico, se encontró que el ejercicio del rol reproductivo se dificulta cuando las mujeres son jefas de hogar. En estos casos, desempeñar el rol productivo dentro del sector bananero inicia como una necesidad y no como una proyección de vida, pues el ingreso percibido por trabajar dentro de la producción de banano les permite invertir en vivienda, alimentación, salud y educación, todos factores fundamentales para el desarrollo social y la vida en dignidad. En cuanto a las condiciones laborales y los principios del trabajo decente, se detectó discriminación basada en género, una baja representación de las mujeres en los procesos de tomas de decisiones dentro del proceso productivo y una creciente vinculación de mujeres dentro del sector.
Dentro de los principales retos que enfrentan las mujeres, se expone la dificultad para articular los distintos roles de género, en especial el productivo y el reproductivo, lo cual es especialmente retador para mujeres jefas de hogar. Sin embargo, es posible que a través del ejercicio del rol comunitario se pueda incidir para mejorar estos aspectos, tal y como en la práctica lo lograron las mujeres de la Redmurumag con otros aspectos relevantes para sus vidas y comunidad. El trato justo e igualitario debe ser una prioridad dentro de los espacios y temas de educación laboral, por lo que es preciso que el sector bananero trabaje para ayudar a cerrar las brechas de género que actualmente existen.
En esta investigación se buscaba analizar el papel de las mujeres rurales teniendo en cuenta sus roles productivo, reproductivo y comunitario. Para el análisis de la información, se realizó una triangulación de la información recolectada a través de los diarios de campo de las observaciones de las visitas realizadas, de los talleres implementados en los grupos focales y de las historias de vida obtenidas por medio de las entrevistadas realizadas a las mujeres rurales.
La investigación identificó el rol de la mujer en la producción de banano tipo exportación en el Magdalena. Para tal fin, se buscó caracterizar las condiciones demográficas, socioeconómicas y de seguridad y salud en el trabajo de ellas. Asimismo, se determinó la participación y representación de las mujeres en los procesos de toma de decisiones relacionadas con la promoción del trabajo decente en el sector bananero del departamento. Finalmente, se detectaron los principales retos que enfrentan las mujeres en dicho sector y se establecieron propuestas que, desde el accionar de los actores públicos y privados, podrían favorecer la calidad de vida y las condiciones de trabajo decente para las mujeres.
Los autores manifiestan que son independientes con respecto a las instituciones financiadoras y de apoyo, y que durante la ejecución del trabajo o la redacción del manuscrito no han incidido intereses o valores distintos a los que usualmente tiene la investigación.
Los autores de este documento informan que todos participaron en la realización de la investigación desde el diseño de esta hasta la redacción y estructuración del presente artículo.
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