Revista Clío América ISSN: 1909-941X Vol. 12 No. 23 enero - junio de 2018 25 - 38
DOI: http://dx.doi.org/10.21676/23897848.2614

Perception of poverty in Colombia in the years 2003 and 2016

Diana Niño-Muñoz
Universidad Sergio Arboleda, Colombia.
Email: diana.nino@usa.edu.co
ORCID:http://orcid.org/0000-0002-2042-130X

Natalia Morera-Ubaque
Universidad Sergio Arboleda, Colombia.
Email: yessika.morera@correo.usa.edu.co
ORCID:https://orcid.org/0000-0002-1668-182X

Tipología:
Artículo de Investigación Científica y Tecnológica
Fecha de recibido:
enero 22 de 2018
Fecha de aceptación:
junio 03 de 2018
Publicado en línea:
julio 19 de 2018
Para citar éste artículo:
Niño-Muñoz, D. y Morera-Ubaque, N. (2018). Percepción de la pobreza en Colombia en los años 2003 y 2016. Clío América, 12(23), 25-38. Doi: 10.21676/23897848.2614

RESUMEN: La percepción de pobreza en Colombia permite complementar los diagnósticos sobre bienestar que adelanta el país para procurar el desarrollo económico y social de sus habitantes. Por esta razón, el presente artículo analiza la incidencia de las características del individuo y su entorno sobre la percepción de la pobreza reportada por los colombianos en los años 2003 y 2016. Para ello, se estiman dos modelos: un probit y un logit ordenado generalizado, empleando los datos de la Encuesta Nacional de Calidad de Vida para ambos años. Se puede concluir que el ingreso monetario continúa siendo importante frente a la condición de percibirse pobre, aunque su contribución ha perdido peso. No obstante, han surgido otros factores, como: un buen estado de salud, el acceso a nuevas tecnologías y las soluciones a la congestión vehicular, entre otros, que contribuyen a reducir la percepción de pobreza. Finalmente, el estudio evidencia que existen factores que continúan siendo necesarios para que las personas dejen de considerarse pobres, pero que estos no han sido suficientes para cambiar su percepción.

Palabras clave: pobreza subjetiva - bienestar - condiciones de vida - cálculos de pobreza - Colombia.

JEL: I31, I32.

ABSTRACT: The perception of poverty in Colombia allows to complement the diagnoses on welfare in the country, in order to ensure its economic and social development. For this reason, this article analyzes the incidence of individual characteristics and environment on the perceptions of poverty reported by Colombians in 2003 and 2016. For this, two models are estimated: a probit and a generalized ordered logit, using the National Quality of Life Survey for both years. It can be concluded that monetary income continues to be important to face the feeling of poverty, although its contribution has lost its weight, and other factors have been positioned, such as a good state of health, access to new technologies and solutions to vehicular congestion, among others. Finally, this study shows that there are factors that continue to be necessary to reduce people’s perception of poverty but have not been sufficient to change their perception.

Keywords: Subjective Poverty - Wellbeing - Living Conditions - Poverty Measurements - Colombia


INTRODUCCIÓN

En las últimas décadas, Colombia ha posicionado en su agenda política la necesidad de reducir la pobreza, lo cual ha sido más evidente desde los objetivos de desarrollo del milenio en el año 2000 y, actualmente, desde los objetivos de desarrollo sostenible. No obstante, las primeras aproximaciones sobre pobreza se analizaron desde una perspectiva netamente cuantitativa, calculando, por ejemplo, el ingreso necesario para cubrir los requerimientos calóricos mínimos y las condiciones mínimas de la vida (Departamento Nacional de Planeación DNP, 2006). Sin embargo, dadas las limitaciones de estas medidas objetivas de pobreza, donde no se incluyen otras dimensiones más allá de las materiales, han surgido nuevas aproximaciones en las que se exalta la importancia de incluir indicadores sobre autopercepción, como los de pobreza subjetiva.

Analizar la opinión de los individuos ayuda a recolectar su percepción de desarrollo, acercando los resultados a la realidad y yendo más allá de un simple número o de una línea de pobreza (Van Praag y Ferrer-i-Carbonell, 2011). Los indicadores autoproclamados, como el nivel de ingresos considerados como mínimos para vivir, revelan aspectos que los métodos cuantitativos no tienen en cuenta y establecen una referencia para canalizar los esfuerzos en la estructuración de las políticas públicas para combatir la pobreza (Goedhart, Halberstadt, Kapteyn y Van Praag, 1977; Ravallion, 1998; Van Praag y Ferrer-i-Carbonell, 2011), incluso frente a problemáticas ambientales relacionadas con el bienestar (Suárez, Guardiola y González, 2016). En Colombia se han realizado algunos estudios sobre pobreza subjetiva (Pinzón, 2017; Piñeros y Clavijo, 2015; Piñeros y González, 2015; Tobasura y Casas, 2017) y se ha encontrado que existe una relación positiva entre la aproximación subjetiva y los diferentes componentes de la pobreza objetiva, como la seguridad alimentaria y el nivel de ingresos (Piñeros y Clavijo, 2015). Sin embargo, ninguno de estos trabajos ha analizado el cambio de las percepciones de pobreza en dos momentos del tiempo, vacío que busca resolver el presente estudio.

Los instrumentos diseñados para evaluar la pobreza subjetiva en Colombia han incluido preguntas que permitan recopilar información con este enfoque. El Departamento Administrativo Nacional de Estadística (DANE) ha formulado preguntas sobre la percepción de pobreza y la opinión de las personas frente a su capacidad de cubrir los gastos mínimos dado su nivel de ingresos en la Encuesta de Calidad de Vida (ECV) y en la Gran Encuesta Integrada de Hogares (GEIH); a nivel local, algunas ciudades las han incluido en sus encuestas multipropósito. De esta manera, Colombia cuenta con datos para profundizar sus estudios sobre pobreza subjetiva y, así, analizar la incidencia en el tiempo de las características del individuo y de su entorno sobre su propia percepción de pobreza. Por esta razón, el objetivo de este artículo es analizar el cambio de percepción sobre pobreza autoproclamada que han tenido los colombianos, comparando los años 2003 y 2016, y teniendo en cuenta la ECV realizada por el DANE para ambos años. La hipótesis se centra en que, para los colombianos, el aumento en el ingreso durante el periodo de estudio se mantiene como un factor central para disminuir la probabilidad de considerarse pobre. Para comprobarla, se estimaron dos modelos probabilísticos: un probit y un logit ordenado generalizado.

Dado el contexto político y económico del país, que pudo repercutir en la percepción de pobreza de sus habitantes, se escogieron estos dos años. En el año 2003 el país acababa de salir de la fuerte crisis económica nacional de finales del siglo XX y comenzaba su trayectoria de recuperación. Dentro de las estrategias que permitieron este proceso, se encontraron las reformas del gobierno que buscaban incentivar un auge económico basado en las exploraciones, las explotaciones y la comercialización petrolera (Bonilla, 2011). Sin embargo, Colombia también enfrentaba en ese año una guerra continua con el narcotráfico. Por este motivo, para combatir los carteles de la droga en el país, se firmó con Estados Unidos un acuerdo bilateral titulado “Plan Colombia” (Ramírez, 2013).

Por otra parte, desde el año 2012 el gobierno nacional logró avanzar en un proceso de paz con las FARC en la Habana. Después de más de 50 años de conflicto armado irregular, se logró firmar un acuerdo en el año 2016 y se convocó a plebiscito a finales de este mismo año. Aunque la votación popular fue desfavorable, el gobierno y las FARC buscaron continuar con los compromisos adquiridos a través de otras estrategias políticas que la ley les permitía. Sin embargo, el país se enfrenta a nuevos retos que aún se encuentran vigentes, como el fortalecimiento y la búsqueda de transparencia de las instituciones territoriales y de justicia, el servicio policial y la educación, entre otros (Pedraza, Villamizar y Ortiz, 2015). Por otra parte, Colombia presentó en ese año un crecimiento económico positivo, pero en proceso de desaceleración. La caída en los dividendos recibidos por la extracción del subsuelo en las arcas nacionales, entre otros factores, presionó a una fuerte reforma tributaria a finales del 2016.

Después de la anterior introducción, este artículo se divide en cinco secciones. En la primera sección, se describe brevemente la pobreza subjetiva, centrándose en la relación que ha existido entre ingresos y dicha percepción. En la segunda, se presenta la metodología econométrica utilizada. En la tercera, se analizan los resultados para ambos años en tres subsecciones: la primera, con algunas estadísticas descriptivas; la segunda, con los resultados del modelo probit, y la última, con los resultados del modelo logit ordenado generalizado. En la cuarta sección, se discuten los resultados frente a la literatura revisada. Y, finalmente, se presentan las conclusiones y recomendaciones.

La pobreza subjetiva

La pobreza es un fenómeno que ha sido estudiado desde dos grandes perspectivas. La primera, utiliza indicadores objetivos de pobreza como el PIB, el nivel de ingresos y el consumo, entre otros, para conocer generalidades frente a la situación de la población. Sin embargo, este tipo de aproximación esconde especificaciones de dichas realidades y solo muestra síntomas del bienestar, que en algunos casos podría alejarse de la valoración que las personas hacen de su propia situación (Millán, 2011). Por otra parte, la segunda perspectiva incluye, dentro del estudio de pobreza, indicadores de autopercepción en los que se pregunta por la capacidad que tienen las personas para cubrir los gastos mínimos del hogar con los ingresos disponibles. Sin embargo, definir a una persona en condición de pobreza dada su propia consideración puede conducir a incoherencias en las medidas de pobreza e incompatibilidades para agregar personas (Ravallion, 1998). Dada la heterogeneidad existente entre las personas, cada una puede asimilar su condición socioeconómica como insuficiente sin importar su nivel de ingresos, basado en su deseo de mejoramiento continuo, o bien la percepción del individuo puede verse afectada por los comportamientos y exigencias de la sociedad, alterando la visión de cuáles son las condiciones mínimas para vivir. Por esta razón, la perspectiva subjetiva no debería sustituir a la objetiva, sino complementarla (Lora, 2011; Pinzón, 2017). Además, en algunos casos, ambas mediciones pueden tener una fuerte similitud (Palomar, 2004 Piñeros y Clavijo, 2015; Pradhan y Ravallion, 2000); al combinarse, logran evidenciar mejor la pobreza real de una sociedad (Wagle, 2006).

En este sentido, la presente investigación plantea una relación entre un indicador objetivo (nivel de ingresos) y uno autoproclamado (percepción de pobreza). Desde esta perspectiva, en Colombia algunos autores como Pinzón Gutiérrez (2015), Piñeros y Clavijo (2015) y Velásquez (2011) han evidenciado que un aumento en el ingreso ha incidido en la disminución de la probabilidad de sentirse pobre. Para el año 2013, específicamente, se identificó que el bajo nivel de ingresos y el desempleo contribuían a una mayor percepción de pobreza entre los encuestados (Piñeros y González, 2015). Asimismo, se ha encontrado que la percepción de los jefes de hogar sobre el alcance de sus ingresos para cubrir los gastos mínimos también se ve directamente afectada por el nivel de ingresos, por el tener empleo, por no tener algunos electrodomésticos básicos, por contar con un nivel de educación bajo y por tener mala condición de salud (Arroyo y Ruiz, 2017; Piñeros y González, 2015). Asimismo, desde una metodología más descriptiva, el DNP (2016) evidenció una alta incidencia de los ingresos y de la ocupación sobre la percepción que tienen los individuos acerca de la pobreza. Finalmente, a nivel internacional también se ha evidenciado la persistencia frente a la relación entre el nivel de ingresos y la pobreza subjetiva (Alem, Köhlin y Stage, 2014; Ayllón y Fusco, 2017; Liu y Shang, 2012).

METODOLOGÍA

Este artículo utilizó la ECV realizada por el DANE para los años 2003 y 2016, la cual publica información anónima sobre los jefes de hogar encuestados. Para su análisis, integró los indicadores individuales de percepción con los determinantes referentes a las condiciones de vivienda, el género, la edad, el nivel educativo, la ocupación laboral, la condición de salud y el sector rural o urbano en el que se encuentran las personas. La metodología se sustenta en el estudio de Piñeros y González (2015), quienes presentaron, para el año 2013, los determinantes de la pobreza subjetiva teniendo en cuenta la percepción para cubrir los gastos y utilizando modelos probabilísticos. Este artículo retoma dos de sus modelos y realiza estimaciones de corte transversal para ambos años. El primero de ellos es un probit y el segundo es un logit ordenado generalizado. Por un lado, el probit permite estimar la probabilidad de que el jefe de hogar se considere pobre, ante el cambio unitario de algunas de las características consideradas. Por otro lado, el logit ordenado generalizado estima la probabilidad de éxito de la variable dependiente cuando sus valores cuentan con algún tipo de orden; además, permite diferenciar tres categorías para comprender la incidencia de las características sobre la percepción de que los ingresos no alcanzan para cubrir los gastos o de que solo cubren lo necesario o alcanzan para más de lo necesario. A continuación, se presenta la ecuación 1 para estimar el modelo probit en el año t (2003 y 2016). 

Ecuación 1 para estimar el modelo probit

Estas variables se explican según el glosario del DANE (2016). PSi es la variable dependiente que representa la percepción de una persona frente a la pobreza del hogar. Cuando PSi = 1, el hogar se considera pobre y cuando PSi = 0 no se considera de esta forma. x1t es un vector de 24 variables dummies de bienes y servicios que posee el hogar. Cuando Xi = 1 manifiesta la tenencia del bien o servicio y Xi = 0 evidencia su ausencia. Ii es el logaritmo natural de los ingresos por hogar. VPi es el grado de propiedad de la vivienda. Cuando VPi = 1 la casa es propia (totalmente pagada), pero cuando VPi = 0 entonces puede ser propia pero estar siendo pagada; estar en arriendo o subarriendo; estar siendo habitada con permiso del propietario, sin que se realice pago alguno (usufructuario); encontrarse en posesión sin título (ocupante de hecho), o tratarse de una propiedad colectiva. Si se refiere al sexo del jefe del hogar, donde Si = 1 es hombre y Si = 0 es mujer. Ei representa el grado de educación: primaria, secundaria, media, técnica o tecnológica, universitaria o posgrado. EDi es la Edad. Oi es el estado ocupacional, donde Oi = 1 cuando está trabajando y Oi = 0 cuando se encuentra buscando trabajo, estudiando, desempeñando oficios del hogar o incapacitado. ESi es la condición de salud, donde ESi = 1 es muy bueno o bueno y ESi = 0 es regular o malo. Finalmente, Ai corresponde a la ubicación de la familia, donde Ai = 1 es el área urbana y Ai = 0 es el resto.  

Por otra parte, el modelo logit ordenado generalizado estudió los factores que explican la escala económica de los hogares; es decir, la percepción de si los ingresos cubren los gastos mínimos. Para ello, se asumieron tres grados: no alcanza para cubrir los gastos mínimos; solo alcanza para cubrir los gastos mínimos, y cubre más que los gastos mínimos. A continuación, se presenta la ecuación 2 para estimar este modelo para el año t (2003 y 2016). Sus respectivas variables fueron explicadas anteriormente y se añade como variable dependiente a GMi, la cual tiene una respuesta multinomial, en donde GMi = 1 significa que no alcanzan los ingresos para cubrir los gastos mínimos, GMi = 2 que solo alcanzan para cubrir los gastos mínimos y GMi = 3 que cubren más que los gastos mínimos:

Ecuación 2 para estimar el modelo probit

RESULTADOS

A continuación, se analizan los resultados alcanzados. En primera instancia, se contextualiza al lector con estadísticas descriptivas de la muestra, detallando las principales características que aportan al presente estudio. En segundo lugar, se presentan los resultados del primer modelo (probit), donde se evidencian las probabilidades marginales para los años analizados. Por último, se detallan los resultados del modelo logit ordenado generalizado, con su respectiva explicación.

Estadísticas descriptivas

La percepción de la pobreza en Colombia ha disminuido durante el período analizado. Para el año 2003, casi el 59 % de las personas encuestadas se percibían pobres, mientras que en el 2016 este porcentaje disminuyó al 39,6 % (Tabla 1). Por otra parte, al revisar las respuestas de las condiciones de vida del hogar del jefe de hogar en la Figura 1, se encontró que, en el 2003, el 50,7 % percibió que sus ingresos solo alcanzan para cubrir los gastos mínimos del hogar, mientras que en el 2016 este porcentaje aumentó al 56,7 %. El porcentaje de los jefes de hogar que consideró que su ingreso no alcanzaba disminuyó en este periodo en más del 20 %, mientras que aquellos que contemplaron que cubría más de lo necesario aumentó en más del 60 %. Sin embargo, según la percepción general en el 2016, se identificó que más del 88 % de las personas consideró que su ingreso recibido no le permitió obtener lo necesario para no sentirse pobre.

Por otra parte, desde la percepción de la posesión de bienes materiales en el 2003, en la Tabla 1 se evidencia que más del 50 % de los encuestados contaban con nevera, estufa, televisión convencional, equipo de sonido. Sin embargo, menos del 50 % de las personas referían tener lavadora, horno, microondas, calentador, ventilador, carro, computador y casa propia. De manera más precaria, menos del 10 % de la población encuestada poseía un reproductor, un aire acondicionado o una moto.

Figura 1.
Percepción de pobreza en Colombia 2003 y 2016.

Percepción de pobreza en Colombia 2003 y 2016.
*Nota: Observaciones con factor de expansión en el año 2003: 10 500 203, y en el 2016: 14 447 476
Fuente: elaboración propia basado en ECV utilizando factor de expansión (DANE, 2003; DANE, 2016).

Si bien entre el 2011 y 2014 las estadísticas indican un incremento en las recaudaciones, este no pasa por un aumento en el número de contribuyentes, sino por un aumento en la productividad de los contribuyentes ya registrados. Es importante recordar que, para el año 2013, los precios del petróleo superaron los 100 dólares, lo que generó cierta bonanza económica que derivó en seguridad para invertir, mayor flujo de circulante y apertura de mercados.

En el 2016, por su parte, nuevos bienes comenzaron a tener protagonismo: los televisores LED, el reproductor digital, las consolas, la bicicleta, las casas de recreo, la suscripción para televisión, la cámara, el computador portátil, la tableta y la plancha. Asimismo, más del 50 % de los encuestados contaba con lavadora, nevera, plancha y suscripción de televisión, y el 100 % de las personas tenía estufa y televisor LED1. Menos del 50 % de los individuos poseían horno, microondas, calentador, televisión convencional, reproductor, equipo de sonido, ventilador, carro, moto, bicicleta, computador, tableta y casa propia. Sin embargo, tener reproductor digital, consola, lugar de recreo y cámara resultaron ser exclusivos para menos del 10 % de la población encuestada.

1 Por esta razón, estos dos electrodomésticos no fueron incluidos dentro de las estimaciones.

Al comparar las variaciones en consumo del año 2003 al 2016, se puede apreciar que los reproductores, el aire acondicionado, el ventilador y la moto fueron los bienes con mayor crecimiento. En una menor proporción, también creció la posesión de lavadoras, neveras, estufas, microondas, computadores de escritorio y casa propia. No obstante, algunos bienes perdieron importancia en la cesta de consumo de los encuestados, como el horno, el calentador, la televisión convencional, el equipo de sonido y el carro. Frente a este último, las restricciones vehiculares y la congestión pueden explicar el desincentivo en su uso y el fortalecimiento de medios alternativos. Asimismo, electrodomésticos como el televisor y el equipo de sonido perdieron vigencia en los últimos 14 años, lo que se podría explicar debido a la nueva oferta de tecnologías de punta.

Tabla 1.
Porcentaje de encuestados frente a cada variable y variación porcentual del periodo.

Porcentaje de encuestados frente a cada variable y variación porcentual del periodo.
* Nota: 19601 observaciones; ** 8720 Observaciones
Fuente: elaboración propia basado en ECV (DANE, 2003; DANE, 2016)

Modelo probit

Al analizar los resultados del modelo probit en la Tabla 2, estimando las probabilidades marginales, se encontró la relación de cada una de las variables con la percepción de sentirse pobre teniendo en cuenta un 99 % de significancia y comparando además las variaciones en las percepciones de pobreza subjetiva de los colombianos para los años 2003 y 2016. Para el primer año, los efectos marginales evidenciaron que aumentar el ingreso disminuía la probabilidad de sentirse pobre, así como también disminuían esta probabilidad el experimentar un buen estado de salud, el contar con lavadora o con otros electrodomésticos de cocina, el contar con un calentador, con un reproductor, con un equipo de sonido, con un ventilador, con un computador de escritorio y con un carro. Asimismo, para este año contar o estar pagando la casa propia, lo cual disminuye la renta disponible por las posibles deudas hipotecarias, ser hombre, no contar con un posgrado, aumentaba la probabilidad de considerarse pobre. Sorpresivamente, para el año 2003 los rangos de edad mayores a 25 años y los niveles de formación universitarios no influyeron significativamente en la probabilidad de percibirse como pobre. Empero, el ingreso, ser menor de 25 años y vivir en las áreas urbanas son las características con mayor impacto para reducir la probabilidad de sentirse pobre en este año.

Para el año 2016, la divergencia de variables significativas fue mínima y los signos se mantuvieron constantes. Estudiar solo la primaria fue el factor que más impacto la percepción de pobreza, con un resultado similar en el 2003. Asimismo, disfrutar de una buena condición de salud fue una de las características con mayor injerencia para reducir la probabilidad de considerarse pobre, con un crecimiento del 25 % aproximadamente. De igual forma, a pesar de las consideraciones sobre la vivienda propia como un activo de inversión que evidencia bienestar (Rossi y Weber, 1996; Piñeros y González, 2015), la propiedad como percepción de riqueza disminuyó en un 59 %. Por su parte, el ingreso no se ubicó dentro de las variables con mayor influencia sobre la pobreza autoproclamada de las personas, incluso este disminuyó en un 45,3 %. La juventud y el área geográfica también perdieron predominio. Otros factores que disminuyeron su contribución sobre la percepción de pobreza fueron: poseer horno, calentador, reproductor, equipo, ventilador, carro, computador de escritorio y ser hombre. Sobresale el incremento que tuvo la probabilidad de no percibirse pobre al tener microondas o al poseer moto (significativo este último en el 2016), como se evidencia en la Tabla 2. Este aumento se podría explicar por el ritmo de vida actual que exige optimizar los tiempos tanto en la cocina como en el transporte. Estudios previos han desmostado que la tenencia de ciertos electrodomésticos transforma la vida de los hogares, disminuye los tiempos dedicados a tareas del hogar y permite incrementar la posibilidad de tener más tiempo productivo (García-Jimeno y Peña, 2016; Cardia, 2008; Lewis, 2013). Por otra parte, las restricciones vehiculares, como el pico y placa2, han desestimulado el uso del carro e incentivado la compra de moto en diferentes ciudades del país para facilitar la movilidad y evitar los trancones. Sin embargo, cabe remarcar que en ambos años la probabilidad de sentirse pobre disminuyó menos del 6 % por poseer microondas o moto.

2 Es una medida de restricción vehicular donde los carros pueden transitar determinados días dependiendo del último número de su placa. Bogotá fue la primera ciudad en Colombia en establecer esta regulación (Decreto 626 de 1998).

Tabla 2.
Modelo Probit 2003-2016

Modelo Probit 2003-2016
*p < 0,05; ** p < 0,01; *** p < 0,001
Fuente: elaboración propia.

Modelo Logit Ordenado Generalizado

En la Tabla 3 y en la Tabla 4 se presentan las estimaciones de las probabilidades marginales del modelo logit ordenado generalizado para ambos años, tomando a GMi como variable dependiente con sus tres posibles respuestas o categorías: el ingreso no alcanza para cubrir los gastos mínimos, solo alcanza para cubrir los gastos mínimos y cubre más que los gastos mínimos. De esta forma, el modelo permite estudiar los efectos de las variables independientes en la probabilidad de permanecer en cada una de estas categorías con un nivel de significancia del 99 %. En el año 2003, las características más importantes que influyeron sobre la disminución de la probabilidad de sentir que sus gastos mínimos no han sido cubiertos fueron: el aumento en los ingresos, contar con una moto, estudiar en la universidad en pregrado o posgrado, así como disfrutar de una buena salud. También redujo dicha probabilidad, aunque en menor proporción, el poseer electrodomésticos. Tener casa propia y vivir en la ciudad aumentó la probabilidad de pertenecer a esta primera clasificación.

En el año 2003, por su parte, el nivel de ingreso, algunos electrodomésticos, los medios de transporte, contar con un pregrado o posgrado, estar ocupado, ser hombre y experimentar buena salud, son factores que aumentan la probabilidad de considerar que sus ingresos solo alcanzan para cubrir los gastos mínimos. Asimismo, poseer casa propia y vivir en el área urbana reducen la probabilidad de autoproclamarse dentro de este grupo, en el que los ingresos sólo alcanzan para cubrir los gastos mínimos. Finalmente, en este año las variables examinadas afectaron en pequeña proporción la probabilidad de considerar que sus ingresos lograban cubrir más que los gastos mínimos. No obstante, esta probabilidad aumenta cuando se poseen algunos electrodomésticos, cuando se posee carro, cuando se incrementa el ingreso, cuando se tiene un posgrado, cuando se es menor de 25 años, cuando se está empleado y cuando se tiene una buena condición de salud.

Para el 2016, los factores que contribuyen a reducir en mayor medida la probabilidad de estar en la primera categoría fueron: contar con un carro, tener un incremento en los ingresos, tener un posgrado, disfrutar de buena salud, así como ser menor de 25 años. Tener un empleo disminuyó la probabilidad de percibir que sus ingresos no alcanzan a cubrir sus gastos mínimos, aunque solo en un 3,1 %. Frente al año 2003, llama la atención que la propiedad sobre la vivienda pierde significancia, dejando de ser un factor que contribuya a la probabilidad de sentirse pobre. Por otra parte, al comparar ambos años, la posibilidad de autoproclamar que sus ingresos cubren solo lo necesario aumentó con la tenencia de electrodomésticos como el horno o el microondas que, trece años atrás, no era significativo. De igual forma, tener casa propia, vivir en el área urbana y ser hombre perdió significancia. Este resultado resulta interesante, en especial, al recordar que el 39,6 % de los jefes de hogar se conciben en situación de pobreza para este año.

Finalmente, ninguna variable significativa logró reducir la probabilidad de ubicarse en el grupo en el que se logran cubrir más de los gastos mínimos. En cambio, gozar de buena salud, aumentar el ingreso o contar con electrodomésticos nuevos como el microondas y el aire acondicionado, aumentaron la probabilidad de estar en esta categoría. Tener empleo, vivir en el área urbana, estudiar un posgrado o ser menor de 25 años también dejaron de ser factores significativos para pertenecer a este grupo. Por último, cabe resaltar que la tenencia de electrodomésticos como un televisor convencional pierde relevancia en el 2016, dado que podría ser categorizado como obsoleto.

Tabla 3.
Modelo logit ordenado generalizado para 2003.

Modelo logit ordenado generalizado para 2003
*p < 0,05; ** p < 0,01; *** p < 0,001
Fuente: elaboración propia.
Tabla 4.
Modelo logit ordenado generalizado para 2016

Modelo logit ordenado generalizado para 2016
Nota: *p < 0,05; ** p < 0,01; *** p < 0,001
Fuente: elaboración propia.

DISCUSIÓN

Analizar la pobreza desde su aproximación subjetiva, sin desconocer su realidad objetiva, ayuda a hacer un mejor seguimiento y una mejor evaluación de las políticas públicas para la reducción de la misma. Además, al reconocer las demás dimensiones del ser humano, más allá de los indicadores económicos convencionales, se evidencian nuevas oportunidades para mejorar el bienestar de las personas (Kotan, 2010; Pinzón, 2014). Se han identificado varios trabajos que han abordado la pobreza subjetiva en Colombia en años puntuales, y resulta interesante evidenciar una gran similitud de resultados con el presente artículo (Piñeros y Clavijo, 2015; Piñeros y González, 2015; Pinzón, 2017). Sin embargo, y sin desconocer los problemas inherentes a estas comparaciones, estos trabajos pueden considerarse como un punto de referencia que permite respaldar los comportamientos que se han encontrado durante los distintos años.

La reducción de la probabilidad de sentirse pobre debido al aumento del ingreso y debido a la zona urbana en donde está situada la vivienda, concuerda con los resultados para el 2012 de Piñeros y Clavijo (2015), y para el 2013 de Piñeros y González (2015), conducta que persistió hasta el 2016, según el presente estudio. Sin embargo, evidenciar que el ingreso continúa siendo un factor importante frente a la percepción de pobreza presenta una limitación, pues analizar la pobreza priorizando los parámetros del ingreso centra el diseño de los programas públicos en disminuir esta situación y, aunque puedan mitigar algunas carencias, en algunos casos pueden no mejorar la percepción de pobreza que tienen las personas (Rojas, 2011). No obstante, hallar que otros factores como gozar de buena salud, el acceso a nuevas tecnologías y las soluciones de transporte han comenzado a ser relevantes para reducir esta percepción, abre el debate sobre su inclusión en la agenda pública.

La valoración de la educación técnica o tecnológica también revela un comportamiento peculiar: se evidenció que fue positiva y significativa en el 2003, tal como lo demostraron para el 2013 Piñeros y González (2015). Sin embargo, para el 2016 esta formación dejó de ser significativa. En este sentido, no se debe olvidar que la educación técnica y tecnológica también es necesaria para el desarrollo económico y social del país y no solo la formación profesional.

Por otra parte, se revela la importancia que ha adquirido la salud en el periodo de estudio al aumentar la probabilidad de disminuir la precepción de pobreza. Su protagonismo en el 2016 justifica la necesidad de incluir nuevas dimensiones al estudio de la pobreza más allá de la monetaria, más cuando la probabilidad de que los ingresos afecten dicha percepción disminuyó fuertemente. Sin embargo, esta conciencia parece ser un fenómeno reciente, pues para el 2013 la contribución del estado de salud continuaba situándose por debajo de los ingresos (Piñeros y González, 2015).

Tras analizar las tres categorías del análisis ordenado generalizado, es importante evidenciar que algunos elementos como un calentador, un reproductor, un equipo, un carro y un buen estado de salud son características comunes para todas las categorías en ambos años. Esto sugiere que estas condiciones pueden considerarse como necesarias para dejar de percibirse pobre pero no son suficientes para dejar de sentirlo. Un resultado similar se encuentra en Piñeros y González (2015), en donde aumentó el número de características comunes y significativas para los tres estadios en el 2013, en especial aquellas relacionadas con los bienes de consumo, evidenciando la necesidad de incluir nuevas variables en estudios futuros. 

CONCLUSIÓN

Después de analizar con métodos robustos la percepción general de los colombianos de su propio bienestar en dos periodos de tiempo, se comprobó parcialmente la hipótesis inicial, al encontrar que el ingreso continúa siendo importante frente al sentimiento de pobreza. Sin embargo, es necesario resaltar que su contribución ha perdido peso en el tiempo y cuando la persona considera que sus condiciones alcanzan a cubrir más de los gastos generados. Ello implica que la condición monetaria deja de ser un factor primordial para el bienestar en la medida en que los individuos logran adquirir y acumular bienes o electrodomésticos, los cuales tienen un consumo puntual en el tiempo. De esta manera, la hipótesis es parcialmente comprobada y abre un abanico de posibilidades frente al diseño de políticas públicas, pues ello sugiere centrar los esfuerzos en estrategias para aumentar el poder adquisitivo sin priorizar necesariamente el aumento del ingreso nominal.

Por otra parte, los avances tecnológicos han contribuido al bienestar de las personas, pues la oferta masiva de nuevos bienes y servicios les ha permitido suplir exigencias antes insatisfechas. En las nuevas encuestas se incluyen bienes como portátiles y televisores LED, y se dejan de preguntar por electrodomésticos obsoletos como el VHS. Esta tendencia la presenta el televisor convencional que, para el año 2016, dejó de tener cualquier tipo de relevancia.

Asimismo, las condiciones de transporte y las congestiones en las grandes ciudades han incentivado el aumento del uso de motos, aunque el carro continúa siendo un distintivo relacionado con el poder adquisitivo que genera bienestar. Incluso, en la encuesta del 2016 se encuentra la preocupación por transportes alternativos como la bicicleta, la cual sí adquiere relevancia para el último año y favorece las condiciones de salud. La percepción autoproclamada de salud se muestra como una de las características más valoradas, en donde los creadores de políticas públicas deberían centrarse no solo en ofrecer atención a las enfermedades, sino también en prevenir y promover hábitos saludables como el deporte y la buena nutrición, para así impactar principalmente a las personas que consideran que sus ingresos no alcanzan a suplir sus gastos.

Por otro lado, la convicción popular de invertir en estudios de posgrado para mejorar el bienestar de las personas no es relevante cuando se indaga sobre la percepción de sentirse pobre. Sin embargo, hace trece años sí resultaba ser significativo, manteniendo en el imaginario que un mayor nivel educativo ayudaría a conseguir mayores ingresos para alcanzar, al menos, a cubrir los gastos incurridos. Desde esta perspectiva, existe una necesidad de fortalecer la importancia que tiene la inversión en posgrado para fomentar el conocimiento y la innovación en el país, con el objetivo de alcanzar un desarrollo más integral en sus niveles macro.

De igual forma, al evidenciar que la posesión de un calentador, un reproductor, un equipo, un carro y gozar de un buen estado de salud son significativas en todas las categorías y en ambos años, se puede concluir que ellas pueden considerarse como condiciones necesarias para dejar de percibirse pobre, pero no como condiciones suficientes para dejar de experimentarlo. Ello presenta la oportunidad de incluir, en futuros estudios, nuevos elementos que permitan comprender nuevas características claves para disminuir la percepción de pobreza.

Finalmente, en ambos años disminuye la percepción de pobreza el poder vivir en las áreas urbanas, posiblemente por los equipamientos y servicios que brindan las ciudades. Sin embargo, al analizar las diferentes categorías, se evidencia que, en el último año, esta condición pierde importancia en las categorías mayores, probablemente debido al cambio en las preferencias de algunas personas que han optado por mudarse a las afueras de las grandes ciudades en la búsqueda de tranquilidad y calidad de vida para sus hijos o en la búsqueda de descanso durante su vejez.

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Clío América. enero – junio de 2018, Vol. 12, No. 23