Abstract
Ejercer la docencia en un país como el nuestro no resulta tarea fácil. La desigualdad que recorre nuestra sociedad no deja indemne el campo educativo. Al encontrarse alejados de los grandes centros urbanos, muchos son los lugares —municipios, corregimientos, veredas, rancherías, etc.— de Colombia a merced de la desidia estatal y de grupos al margen de la ley. A partir de un contexto como este se derivan una infinidad de consecuencias que afectan gravemente al sistema formativo. De esas muchas repercusiones, quizá la más grave sea el pobre nivel educativo que impera en dichas zonas remotas, ya que las condiciones con las que allí cuenta un educador para desarrollar bien su labor son escasas.Downloads
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