Abstract
Un jueves múltiplo de siete, en un lugar más alto de lo normal, con luna llena, debía conocer al amor de su vida, y cada jueves siete, catorce, veintiuno o veintiocho que hacía luna llena ella evitaba los lugares altos porque tenía miedo a enamorarse. A pesar de evitarlo, en mayo de 1998 ese día llegó y, aunque no fue en luna llena, ni en un lugar más alto de lo normal, ella reconoció que un joven que conoció en abril de 1996 era el amor de su vida. Para que no quedara lugar a duda ni posibilidad de escapatoria, para no poder zafarse, ese joven que le fascinaba y la hacía estremecer era además su tocayo.Downloads
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