Allá

Abstract

Como un beso al cielo, así vio Juan la montaña que queda frente a su ventana; es lejana y hermosa, pensó antes del desayuno. Las marcas que dejaban en sus ojos las noches de insomnio eran cada vez más visibles. Ya cinco días sin dormir empezaban a notarse, estaba distraído, pero en realidad sentía que todo era más bonito, apreciaba cada detalle; inclusive, la única puerta de la casa, la que daba al camino, le parecía una muralla perfecta, atajaba todo… hasta su sueño. Salir y saludar al único vecino que conocía, esta mañana no le apetecía; intentó hacer lo que más disfrutaba estando a solas, tratar de hacer caballos de madera con una navaja. Ya eran doce y ninguno se parecía a un caballo. No inició el número 13. La noche llegó y, así mismo, pasaron el sexto y séptimo día. El octavo día, todo era oscuro; no sabía si era por las ganas de lluvia o porque sus ojos empezaban a fallar. Un día gris, se dijo: también es hermoso. Ese día decidió no tumbarse, no intentó siquiera llegar a la cama, se quedó ahí mirando sus doce caballos, todos sin forma; sí que se parecían a él. Llegado el día 10, no se vio al espejo. La mesa aún tenía el pan servido dos días antes y que había guardado desde que su posibilidad de dormir se perdió. Ya no se preguntaba nada sobre sí mismo, se sentía vacío. El café fue delicioso, ya no quedaba mucho. Sentado en el piso, así llegó al onceavo día; ahí decidió arrastrarse hasta su cama.