Resumen
Desperté nuevamente a la misma hora, sudorosa. Me senté de golpe al borde de la cama, mientras lograba superar el mareo de lo imprevisto. Interrumpido mi sueño por el opaco llanto de bebé que palpitaba en mi sien como jaqueca de resaca, me tomó unos segundos entender que era mi bebé la que lloraba. Tambaleé hasta la puerta y, al entrar en su cuarto, la pude ver en la cuna; sollozaba. La tomé en brazos y la arrullé buscando calmarla. No sé por qué vino a mi memoria la carta.Descargas
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